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Viejo rol Skyrim parte I

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Mensaje por Elias Runblade Mar Feb 21, 2012 6:38 pm

Bueno, reviviendo el viejo post de Fablemod, aqui dejo el link para el que desee leerlo, lo continuaremos aquí en Skyrimod, yo ya poste...


http://fablemod.forosactivos.com/t2810-rol-de-skyrim
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Mensaje por J.P Vie Feb 24, 2012 7:19 pm

Por fin, tras casi 3 horas de interrupciones puedo escribir...

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Cicatricez y heridas fulgurantes... Muertes desalmadas y una flecha que atravieza el aire, "narök" y destinos salvajes desenlazados en los terribles mundos de los hombres perdidos... una flecha atravieza el aire, solo se oye el chasquido repugnante de la carne perforada, las espadas salen silvando de sus fundas... abre los ojos... el conductor del carro cae... flechas vuelan desde las rocas en las montañas, un guardia cae, y otro, y otro... dos mas corren hacia las rocas empuñando sus escudos... mas flechas vuelan desde los arboles al otro lado del camino, atraviezan las espaldas de los guardias... la oscuridad vuelve... formas, voces fugacez en la noche eterna. Abre los ojos pero no ve nada, solo movimientos borrosos... apenas oye...

- ...Aela... el tatuaje... es él -

- Llevemoslo, no podemos quedarnos aqui... -

Oscuridad...paredes humedas contra su espalda, siente una mano en su rostro, una mano pequeña con dedos largos y huesudos... es un bosmer. Otras manos en su brazo, manos de mujer, vuelan palabras que no logra comprender... los minutos parecen horas, extrañas imagenes cruzan por su mente, seres antiguos parecen hablarle desde mundos de fuego y hielo, el sudor cae por su frente y una extraña cancion parece hacer estallar sus oidos... sueña... mundos indescriptibles desfilan ante sus ojos, criaturas inimaginables se arrastran en las sombras... el dolor lo despierta, siente las manos de la mujer en su pecho y el frio del metal, apenas puede ver, esta oscuro una antorcha brilla en un rincón...

- Listo... con esto bastará, pero sigo diciendo que deberiamos matarlo ahora... -

- Creeme, esto es mejor, esperaremos a que surja el efecto... no lo recibiran en Sovngarde asi... -

- Como quieras, con esto me alcanza para que me paguen... -

- Ademas miralo, ¿que mas podria hacerle? -

La oscuridad vuelve... extrañas formas danzan en auroras boreales en un cielo rojo... hace calor y el suelo esta humedo... voces, como cantos y un sonido de instrumentos... mas rapido... cada vez mas rapido... sus manos tiemblan y un sudor frio cae por su frente, su corazon parece a punto de estallar... una figura enorme se acerca "a'shik kam'ye... Isha'ar atheg..." Un sol rojo ilumina el cielo, criaturas de alas negras lo atraviezan y aves de colores imposibles rien a su alrededor... la musica jamas se detiene, embriagadora... seductora... todo acaba en un instante, siente la nieve fria contra su piel. Gritos de dolor y el chocar de espadas... una batalla... logra oír a la mujer ordenando una retirada... Oscuridad...

J.P

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Mensaje por Zuna Stormcloak Mar Feb 28, 2012 12:26 pm

Llegamos a donde Ragnar estaria (se llamaba Ragnar no? tanto tiempo sin el rol... ._.), estaban alli un grupo de gente, parecian guerreros, pero no podrian contra nosotros.

- ¡Capas de la Tormenta, atacad! - grite sacando mi espada y señalando a esa gente.

Mis Capa de la Tormenta rapidamente sacaron sus armas y fuimos corriendo hasta ellos. Sangre, sangre por todos lados... choques de espadas, flechas callendo. Pero finalmente, les vencimos. Su jefa ordeno una retirada. Los Capa de la Tormenta iban a seguirla, hice un gesto con el brazo y se detuvieron.
Ragnar estaba tumbado en el suelo. Me acerque a el.

- Rangar, ¿estas vivo? te llevare a Ventalia. - dije tratando que se despertara. Me dirigi a mis soldados. - Tu, subele al caballo, con cuidado. Avisame cuando esteis preparados para ir.

El Capa de la Tormenta rapidamente se le puso en los hombros y despues le puso en el caballo. Mientras, yo miraba a donde habian ido los que habian sobrevivido. No me interesaba perseguirles, solamente reconoci a la jefa, Aela, compañera de Vilkas en Jorvaskr, nos habiamos conocido hace tiempo, cuando conoci a Vilkas, no sabia que queria Aela capturando a Ragnar, pero me parecia que no solo estaba ella en esto, otra persona andaba detras.

- Mi señora, Zuna, ya estamos preparados. - dijo una Capa de la Tormenta.
- Bien, vamos. - dije subiendome en mi caballo.

Rapidamente nos dirigimos hacia Ventalia...
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Mensaje por J.P Miér Feb 29, 2012 6:59 pm

Un sonido, un murmullo apagado, susurrado en el aire. Semi inconciente tosió sin fuerzas haciendo una mueca mientras el dolor le invadia el pecho, un gruñido le atravezo los labios y su cabeza rodo ligeramente sobre la almohada. Todo su cuerpo ardía por las quemaduras como si cientos de carbones ardientes cayeran sobre heridas abiertas. Soltó otro gruñido agonico y sin resuello, y fruncio los labios. Entonces agitó los parpados con rapidez y los abrio... el efecto de las drogas habia pasado, su conciencia regresaba poco a poco y el dolor estaba otra vez allí pero era poco a comparacion con lo que recordaba.

Su cuerpo estaba cubierto de vendas, lo habian vestido con ropas de lino y habian entablillado sus manos, miro hacia arriba solo para ver el techo de una tienda de campaña.

Miró fijamente el techo de tela durante mas de un minuto sin siquiera parpadear, el dolor amainaba y volvia a arreciar sobre todo su cuerpo en una suerte de pulso nervioso e infinito. Su cara seguia siendo una máscara tensa que resistia el dolor, si se relajaba durante un solo segundo el dolor se apoderaba de él completamente... debia combatirlo... Durante los primeros minutos no pudo hacer mas que luchar, enfrentarse al dolor, solo podia resistir las punzantes puñaladas en todo su cuerpo, el sudor frio que bajaba por su frente y los estragos de la fiebre que comenzaba a despertar. Luego, despues de lo que le parecio fueron horas, su cerebro lentamente comenzaba a funcionar, poco a poco, como una maquina que titubea, que arranca y se detiene, como engranajes que giran y se atascan.

Entonces lo recordó, se acordo de los thalmor y los imperiales, recordo las calles de Soledad y sus oscuras prisiones y un oso de madera y la voz de una mujer... relinchos, el chocar de espadas y flechas atravezando el aire... Entonces supo donde estaba incluso antes de girar la cabeza despacio, a pesar del dolor, y ver la puerta de la tienda por la que aún entraba la luz del día...

Volvio a girar la cabeza sobre la almohada y se quedo mirando el techo. Era dificil entender lo que estaba pasando en su justa medida. Resultaba dificil creer que no se trataba de una pesadilla... parecia que fuesen años desde aquella mañana en la que su esposa le habia pedido cazar un ciervo, forzosamente se llevó las manos a la cabeza "...un sueño..." pensó intentando converncerse a si mismo, pero no podia ignorar el agudo y latente dolor que invadia todo su cuerpo asi como tampoco podia ignorar las manchas rojas y humedas que crecian poco a poco bajo sus vendajes

Ya no podia girarse, el cansancio era demasiado. Se quedo allí quieto mientras escuchaba aquellos pasos alucinados que se acercaban a la cama y que de repente se detuvieron. Cerró los ojos un momento...los pasos se alejaron... silencio y luego un murmullo apagado... Volvió a oír pasos acercandose hasta que se encontraron otra vez junto a la cama.

- Me dijeron que ya habias despertado -

- ...¿Astrid?... -

- Zuna... ¿me recuerdas? -

Imagenes difusas aun poblaban su mente, el rostro de la joven nórdica poco a poco tomo forma frente a sus ojos, pero aún tenia demasiado que asimilar, muchas cosas que intentar comprender.

- ... si... te recuerdo -

- ¿como te encuentras? - dijo mientras le apoyaba la mano en su frente - me dijeron que tenias fiebre... el medico vendra a revisarte otra vez en unas horas -

- .... -

- esto... unos cazadores te tenian, no sabiamos a donde te llevaban arrastrando por la nieve, pensamos que te harian daño... bueno... más daño... mis jinetes los vencieron sin problemas - Ragnar habia cerrado los ojos mientras ella hablaba - ... ¿aún estas despierto? -

- ... si, aún lo estoy... -

- bien... bien... - sonrió incomoda - ¿tienes sed? -

Entonces se dio cuenta, intentó tragar saliva pero su garganta estaba demasiado seca, solo se pasó la lengua por los labios, al instante Zuna le acerco una jarra con agua a la boca y le levantaba la cabeza para que pudiera beber. El dolor le atravesaba como si fueran cuchillas. Pasaron minutos en silencio.

- Escucha...yo... em... sera mejor que te deje dormir, debes de estar muy cansado - Se levanto despacio y camino hacia la entrada de la tienda con paso inseguro, se detuvo ante el umbral y carraspeo incomoda y dio unos pasos nerviosos sin avanzar, por se volteó... - por favor, perdoname... yo... no sabia, no estaba pensando... fue solo un impulso... -

- ... - cerró los ojos un momento, su mente aun no acababa de poner las cosas en su lugar - ... ¿donde estamos? -

- A... a medio camino... decidimos acampar para pasar la noche, al amanecer continuaremos. Deberiamos llevar a ventalia al anochecer... - Dijo mientras se sentaba en el borde de la cama.

- Ulfric... -

- Si, me permitio venir a buscarte... prometio que te ayudaria... si, se que piensas sobre los reyes, no te preocupes, cumple sus promesas -

Se oyen pasos y voces del exterior, un soldado entra, detras de el otros dos traen una palangana con agua y herramientas medicas.

- ¿nos disculpa oficial? necesitamos desinfectar su hombro y terminar de tratar su espalda -

- Si, ya me iba... - le sonrie timidamente un momento mientras se levanta de la cama - que mejores... -

Los medicos lo atendieron velozmente, revisaron todas sus heridas, cambiaron las vendas y terminaron de desinfectarle el hombro y la espalda, luego cocieron las heridas otra vez y lo dejaron... pasaron las horas, se sentia agotado y volvio a dormirse... un sonido extraño se hacia cada vez mas fuerte.... musica, una musica extraña e imposible. A su alrededor se alzaban arboles enormes y antiguos edificios de piedra de una arquitectura ilogica, que solo podia ser posible en la imaginacion... hacia calor, sus manos tembalan y extrañas figuras negras cantaban y danzaban alrededor de un gran fuego... La musica aceleraba su ritmo más y más y su corazon parecia a punto de estallar, enormes criaturas de alas membranosas atravezaban el cielo iluminado por una luna roja... El gran fuego comenzo a crecer hasta que parecio cubrir todo el mundo... creció y creió y tomo forma y peso... casi la figura de un hombre, la musica iba cada vez mas rapido mientras la enorme figura avanzaba hacia el... unica... amenazante e invencible...

Sintió la nieve helada bajo su piel, sus manos temblaban y le castañeaban los dientes. El extraño ardor en su pecho fue lo que lo despertó, pero no abrio sus ojos hasta darse cuenta de que el dolor habia desaparecido, entonces, de repente abrio los ojos. Su corazon latia con fuerza y todos sus sentidos parecian funcionar al doble de su capacidad...

- ¡Allí esta!... oh... por los nueve... -

Lo encontraron desnudo, sentado en la nieve y con su rostro y sus manos cubiertos de sangre... todas sus heridas habian sanado sin siquiera dejar cicatriz y su cabello y su barba ya habian comenzado a crecer.

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Mensaje por Elias Runblade Jue Mar 01, 2012 1:28 pm

Me encontraba comiendo mi salmon con especias, cuando un Argoniano, acompañado de los guardias irrumpió en mi tienda, con una sonrisa de ambición...
-Creo que algo te puede...tsss... interesar-Dijo con un tono burlón, casi relamiendose
-¿Si, qué tienes tu, que me interese a mi?- Dije mirandolo de arriba a abajo, no parecia una persona "Legal" por asi decirlo
-Me gustaría discutirlo a solas... nunca se sabe quien puede estar escuchando estoss...
-Mmm... bien- Hice una seña para que los guardias esperaran afuera de la tienda, parecía que si sabia algo importante.
-Escucho...
-Tengo entendido... que estas intentando atrapar el lider de la hermandad oscura...tss... Akhad
-¿Como sabes su nombre?- Dije con sorpresa, podía contar con los dedos de mi mano a los pocos hombres que lo conocian.
-Su madre... Alniratss..., desapareció "Exsstrañamente" en Vvanderfell, hace ya mucho tiempo, y... me temo que me pertenece...
-¿¡Cuánto!?- Dije sobresaltado, saliendome de mis casillas
-No te ssssaldra barata...
Me dirigí casi corriendo a un cofre en mi tienda, y tome una pesada bolsa con monedas y diversas joyas de oro, se la arroje sobre la mesa, con una mirada de superioridad.
-Ssssi, creo que esto alcanzara para cubrir los gastosts, dijo mientras manoseaba la bolsa con sus sucios dedos, y sus ojos parecían abrirse por completo observando el reflejo del oro.
Salimos de la tienda, hiso una ligera seña, y 2 hombres trajeron a una mujer, tomada del cabello, estaba atada, a pesar de su edad, aun seguía siendo bastante bonita, no había duda que en su juventud habría sido una mujer verdaderamente bella. Pero ahora, tenía todo lo necesario a mi favor, el hombre se retiro, subiendo a una vieja carreta, mientras tanto, examine mejor a la mujer, parecia carente de vida, exanime... pedí que la llevaran a mi tienda, ahora el verdadero juego iba a empezar...


Última edición por Elias Runblade el Dom Mar 11, 2012 5:18 pm, editado 1 vez
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Mensaje por J.P Miér Mar 07, 2012 8:47 pm

El crepúsculo se abatió soble la tierra como el ala negra de un cuervo, apagando los colores y encendiendo las sombras. Hubo chillidos nocturnos y rumores de naturaleza mutando en las tinieblas. La noche cae pesadamente sobre Skyrim, y con ella el viento, la lluvia y el temor.

Noche de tormenta sobre Soledad, el viento aulla como un lobo y la escarcha cubre los techos y las calles. Extrañas figuras parecen moverse en las sombras en las montañas y rumores de voces imaginadas bailan en los callejones oscuros, y todas las puertas se cierran y se atrancan. En las almenas, los guardias huyen a sus torres y se cubren con sus mantos...

Lluvia, lluvia helada y torrencial. Calles oscuras y húmedos gatos de ojos amarillos agazapandose en los rincones. La ciudad se acurruca en la roca y hierro de su esqueleto. Los rectangulos de luz de las ventanas lentamente mueren y se cubren de sombras... solo una ventana permanece iluminada, como un ojo dorado que observara a la ciudad dormida y acurrucada. En una pequeña habitacion de la posada se oye un extraño rumor.

El cansancio esta allí, trepando por sus huesos y enfriando su sangre. Y tambien el amargo gusto de su desesperacion e impotencia, hacia dias que lo intentaba, imploraba y lloraba pero nada parecia cambiar, incluso penso varias veces en abandonar todo, pero algo, casi sobrenatural le empujaba a seguir, entonces supo, que por mas que quisiera no podria parar....

La joven altmer temblo en su habitacion mal iluminada a la luz de las velas... otro diente se desprendio de lo que quedaba de sus encias ennegrecidas y su sonido al golpear el piso de madera parecio despertarla de un transe. Pensó en el velo que cubria la mitad de su rostro y el dolor horrible que ni siquiera le permitia dormir y las lagrimas bajaron otra vez por sus mejillas, entonces continuó... tomó otra vez su daga y murmuro...

- Santa Madre, santa Madre, envíame a tus hijos pues los pecados de los indignos deberán purgarse en un bautizo de sangre y miedo...Santa Madre, santa Madre, envíame a tus hijos pues los pecados de los indignos deberán purgarse en un bautizo de sangre y miedo... -

Un trueno hizo temblar la posada y la lluvia arreció en las calles, instintivamente se volvio hacia la ventana.

- Es solo un trueno... - suspiro profundamente y pudo sentir con su lengua como otro diente se aflojaba en su boca - ... Santa madre...Santa madre.... -

- ¿Que deseas?... hija mía... -

La voz era grave y clara, y sonaba como si viniese de un pozo profundo... ojos amarillos brillaban en un rincon oscuro de la habitacion...su voz la sobresalto y le hizo perder el aliento, un escalofrio corrio por su espalda pero pronto se transformo en una extraña mezcla entre alegria y rabia.

- La Madre Noche ha respondido a tus plegarias... aquí estoy a tu disposicion... habla hija mía... -

- Él... escapó... iba a ser nuestro... ya casi lo teniamos, era imposible perderlo... y escapo... - Sus manos se cerraron con fuerza sobre la daga y la clavaron con rabia sobre la efigie en el suelo - Quiero que sufra... no importan las consecuencias para mí... quiero que sufra lo que yo sufrí... y luego quiero su cabeza... ¡quiero la cabeza del hombre que me hizo esto! -

De inmediato se arranco el velo que cubria su rostro defigurado, hinchado y coloreado por manchas rojas, negras y violaceas. Mostrando sus labios destrozados y los espacios vacios en su dentadura, una nariz aplastada y huesos partidos y un ojo enrojecido e inutil.

- Por favor... lo necesito, no importa lo que suceda despues... no importa lo que tenga que pagar... su nombre es -

- Ragnar Haraldsson es su verdadero nombre - La voz interrumpió, al oirla la joven perdio el aliento - y ahora mismo se encuentra en Ventalia... La Madre Noche esta complacida con tus ofrendas... tendras lo que pediste, y deberas pagar su precio -

Las velas se apagan en un instante y la habitacion esta sumida en la oscuridad y el silencio. Otra vez, se encuentra sola y de rodillas en el suelo, pero algo ha cambiado, sus plegarias han sido escuchadas.

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Viejo rol Skyrim parte I Empty El enfrentamiento final...

Mensaje por Elias Runblade Dom Mar 11, 2012 7:44 pm

Comienza a nevar, el frio vuelve mas dificil todo, la oscuridad se cierne sobre el campamento y se hace imposible divisar a algunos metros lo que uno tiene delante, todos se refugian en las pobres tiendas que poco logran contener el infierno congelado que tras sus débiles telas parece ocultarce.
Entonces un hombre llega corriendo a un salón adornado de craneos y huesos, iluminado pobremente con velas y dice con temor.
-Oyente, ahi algo que quiero que vea...
Se dirigen con rapidez a la puerta, pone una oreja sobre ella, y del otro lado escucha una voz familiar... Algernon, el murmullo es leve, pero logra distinguir la palabra... Al...nira t..s.. mientras que tras la puerta el noble, mira a sus hombres meditando que quizá, el argoniano no sabia pronunciar muy bien.
Un impulso hace mover la pesada puerta, sin ser el, corre hacia afuera, para ver el rostro de la mujer que lo crió, un relámpago cae con fuerza, mientras el puño de Akhad se cierra con furia.
-Solo quiero hablar...
El joven oyente hace una seña y Algernon se dirige solo hacia la pesada puerta, los hombres miran atónitos, como se cierra tras el. La mujer es conducida de nuevo a la tienda...
Ambos toman asiento, mientras el noble parece sonreir y saca de sus ropas un pesado libro y una pluma.
Spoiler:
"Ambos continuan hablando por horas, contandole cada detalle, miles de preguntas lo bombardean, le es imposible evitarlas, evadirlas, nunca peleo contra algo asi, siempre ataco por la espalda, y ahora, esto le era demasiado, no podía enfrentar al adversario que tenia delante. Varias veces golpeo la mesa desesperado, se mordió la lengua, apretó los puños... nada de lo que hacia podía aliviar el dolor de revivir su pasado, finalmente sucumbe, con los ojos empañados, sintiendo, reviviendo sus vivencias, lo que pasaba por su mente hace tantos años que ya no recordaba, el hombre, el niño, todo lo que estaba oculto detras del traje del asesino"
luego de varias horas, Algernon se levanta con una sonrisa, viendo a su adversario, a su "Nemesis" derrotado, con casi el libro entero lleno.
-Mi madre...
-O... ten por seguro que vendra, se conducen a la puerta, donde ambos bandos temerosos de perder en el trato, tardan varios minutos en entregar a la madre y empujar a Algernon hacia sus hombres, de nuevo las puertas se cierran, y todos observan nuevamente al noble que se dirigé a su tienda, todos regresan a sus improvisados hogares, la nieve aún no merma, y el frio continua...
Un ultimo relampago apagado cae...
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Mensaje por Zuna Stormcloak Dom Ago 26, 2012 2:02 pm

Cabalgaron entre la nieve y el hielo, con el frió invernal mordiéndoles la piel, siempre callados y nerviosos contemplaban con recelo al prisionero, temerosos, expectantes... Al anochecer se detuvieron y plantaron su campamento. Zuna caminaba de un lado a otro, intentaba no parecer nerviosa, en una tienda Ragnar, el prisionero dormía pesadamente. Pasadas las horas la tensión podía sentirse en el aire, los hombres lo observaban esperando que algún grotesco prodigio se llevara a cabo, comenzaron los rumores, se decía que era en realidad un monstruo, o un hechicero, o un demonio. Era una suerte que nadie supiera su verdadero nombre, pues habrían recordado viejas canciones de epopeyas sangrientas y sus manos no podrían soltar las empuñaduras de las espadas.

Hubo veloces cruces de miradas entre los hombres y varios removieron los pies nerviosamente, por fin uno se adelantó hasta su oficial...

- Zuna - dijo rascándose la barba con incomodidad - sabes lo que voy a decirte... -

- Sí... lo se - respondió sin deseo

- Los hombres están nerviosos, queremos saber más, queremos saber que tenemos entre manos -

- Es solo un hombre - dijo mirándolo a los ojos - ... un amigo... -

- Pero tú lo viste! - el soldado levantó la voz, había algo febril en su voz, viejas supersticiones despertando... - Nadie, absolutamente nadie puede sanar de esas heridas, ni siquiera debería poder caminar, pero él lo hizo, y ni siquiera tiene marcas... - Hubo un silencio incomodo, detrás de él los soldados murmuraban con las espadas en sus manos - Él no es humano... es un demonio, o un brujo, no lo se, ni me interesa... -

-Conoces tus ordenes! - Zuna levanto la voz intentando reimponer el orden - son capas de tormenta, rescataron a este hombre y ahora desean... -

- No deseamos nada, capitán - interrumpió el soldado - Solo saber... no nos gusta este misterio, y no cargaremos con un monstruo hasta nuestro hogar... - guardo silencio un instante, luego prosiguió - Los demás hombres yo ya lo discutimos, queremos saber lo que tú sabes... ¿quien es este hombre? -

Zuna guardo silencio un momento, meditando su respuesta, luego, por fin decidió compartir lo poco que sabía.

- Nos arrestaron juntos - dijo a sus hombres - Una vez, hace muchos años ayudó a Ulfric y hoy necesita que le devuelvan el favor, eso es todo... -

- Aún no nos has dicho quien es - respondió el soldado

- Les he dicho todo lo que se, excepto su nombre... su nombre es... Ragnar Haraldsson -

- "Cuervo de la tempestad".... - Horribles historias de brutalidad inaudita regresaron a sus mentes, perdidas entre los mares del olvido, leyendas de un monstruo sediento de sangre, pero la tensión disminuyo, aun quedaban muchas preguntas por contestar, pero los hombres estaban conformes, por fin tras un instante de silencio, el soldado volvió a dirigirse a Zuna - Discúlpanos, oficial por esta insolencia, eran demasiados misterios y estábamos nerviosos, aún quedan muchas dudas, pero por lo menos sabemos de que cuidarnos... disculpe nuestro atrevimiento, yo mismo asumo la responsabilidad por mis compañeros... - guardó silencio.

- Esta bien - respondió ella - yo también estaba nerviosa, se que el no debería sanar así... yo habría hecho lo mismo... Pero ya perdimos mucho tiempo, envía dos hombres a hacer reconocimiento, y doblen la guardia, podrían estarnos buscando... -

Rápidamente los capas de tormenta se evocaron a sus tareas, trabajaron veloz y eficientemente, al amanecer continuaron la marcha, esa noche llegarían a Ventalia....
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Mensaje por Elias Runblade Mar Ago 28, 2012 12:28 pm

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Bajan el cuerpo de la mujer al oscuro recinto, le atan las manos contra la pared en la sala de torturas, los instrumentos que la rodean, aún cubiertos de sangre, encierran una escencia oscura y horrible. Mientras los muros parecen cerrarse sobre ella y el aire se torna pesado.
Un hombre con capucha y vestido de un negro que refleja el mismo averno se dirige a la escena con una ligera sonrisa.
-¿Quien... quien eres?- susurra la mujer con la mirada sobre el suelo, ver la figura le produce temor, todo en ella es oscuro, horripilante, y a la vez imponente.
Y por primera vez el oyente hablo antes de escuchar, rompiendo el eterno silencio de la sala, olvidando el credo y su titulo.
-Me preguntas quien soy, siendo tu quien me creaste, me tienes miedo, siendo tu la que causo todo, me observas con desprecio, pero eres tu el ser despreciable- dice mientras camina hacia ella con lentitud.
-No te he hecho nada, me estas confundiendo- solloza
Es entonces cuando el dunmer se quita la capucha, y la mirada de ambos se encuentra en un instante profundo he interminable como el vacio, la figura ante la mujer sonrie ahora psicoticamente, sus ojos, llenos de un recelo y odio infinitos parecen atravesarla como agujas, pero esos ojos, esos ojos y esa mirada tan extraña...
-¡Akhad!- grita motivo de la sorpresa, pero no puede gritar mucho mas, pues el hombre ya le ha tapado la boca con la mano, mientras desenfunda una daga y la pone frente a uno de sus ojos.
-FUISTE TU QUIEN ME HIZO ESTO, FUISTE TU QUIEN ME HIZO ESTO- repite con gritos enfermos a la par que comienza a golpear el rostro brutalmente.
Quitandole las cadenas que la atan, la toma de la tunica y la levanta con una fuerza sobrehumana, mientras la arroja sobre una mesa de torturas, Alnira forcejea inutilmente, pues el oyente parece ahora una figura poseida y brutal.
Con un profundo placer, toma una sierra y examina el filo con delicadeza, la mirada atonita de su progenitora le exita aún mas, y decide hacerlo mas lento, deja la sierra y toma un palo de aproximadamente 40 centimentros, con una risa desaforada lo unde en el pezon izquierdo de la victima, el dolor se refleja en sus ojos, pero esto no hace más que darle mas placer al torturador. Ya cansado del burdo y repetitivo artefacto, toma una pinza y comienza a arrancarle las uñas de las manos, hasta que estas se encuentran cubiertas por sangre... prosigue con los dientes...
-Te mantendré viva por semanas...- le susurra al oido, mientras arranca uno de los dientes delanteros y un hilo de sangre se desprende hacia arriba con fuerza.
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Mensaje por J.P Sáb Sep 01, 2012 1:56 pm

Antes que nada aclaro que hace muchisimo que no escribo, asi q estoy re flojo, encima la escritura de esto me salio muy forzada. No se quejen, el proximo post va a estar bueno y les va a dar una sorpresa

--------------------------------------------------------------------------------------------

Llegaron a Ventalia casi a media noche, traían polvo y cansancio de horizontes vacíos, y una enorme sensación de alivio al cruzar el antiguo puente de piedra. Un viento helado sacaba gemidos de las embarcaciones en el muelle y solo se veía aquí y allá algún guardia y marineros regresando de sus días de trabajo. Cruzaron las puertas, la ciudad parecía quieta y muerta bajo la luz de la luna, un gato maulló lúgubremente en el silencio solo roto por los cascos de los caballos sobre las calles de piedra. Un mendigo calentaba sus manos sobre los fuegos que ardían en pebeteros, la clara voz del guardia anuncio la llegada de la tropa al Palacio de los Reyes.

Se apearon de los caballos y entraron, Ragnar comenzaba a tener fiebre y parecía inquieto, había algo en la noche que lo mantenía alerta, despierto, casi amenazante, como una fiera a punto de atacar… Los sirvientes los condujeron a través de los salones a donde habrían de alojarse “el Jarl los recibirá en la mañana” dijeron, los soldados regresaron a sus cuarteles y Zuna fue a reunirse con otros oficiales, el nórdico quedo solo en una habitación acogedora, habían dejado sirvientes a su disposición. El calor del fuego no conseguía calmarlo, estaba nervioso y atento a cada detalle, y sentía como si las paredes se cerraran sobre él. Las ventanas tenían barrotes y la puerta estaba bloqueada, observó también que los sirvientes que lo rodeaban estaban armados y eran de hercúlea complexión, eran sirvientes y también carceleros.

-Espera hasta la mañana – pensó – Ya has llegado hasta aquí, no hagas nada estúpido – De inmediato su mente volvió a algo que lo inquietara la noche anterior, recordó la extraña música, imposible e hipnótica y una sombra que crecía en su mente, recordó a extrañas criaturas danzando en un trance febril y el éxtasis del sabor de la sangre. De inmediato su cabeza comenzó a doler, sentía un hormigueo que le recorría el cuerpo y la fiebre aumentar, su respiración se volvió pesada y su corazón latía con fuerza, sus músculos se hincharon y se tensaron como la cuerda de un arco y sentía como si sus sentidos se magnificaran a medida que la fiebre aumentaba, pero nada más sucedió esa noche, antes de que se diera cuenta los primeros cuernos anunciaban el alba, pronto Zuna estaba allí llamando a la puerta.

- Emm… hola… - dijo nerviosa – lamento mucho decepcionarte, Jarl Ulfric está ahora en una reunión muy importante, llegaron emisarios imperiales, aún no nos han informado lo que están debatiendo… -

- No me sorprende – respondió luego de meditarlo un momento – es algo común en los reyes velar primero por sus propios intereses… Pero me molesta mucho perder el tiempo, cada hora que pasa siento que tuviese a mi hijo más lejos… -


- Lo lamento… pero te recibirá en cuanto termine su reunión, te lo prometo… -

- Eso espero, de lo contrario tendré que entrar por la fuerza, no puedo perder más tiempo, necesito hablarle – no se había dado cuenta, pero su voz retumbo en la estancia, decidida, casi amenazante, Zuna se puso aún mas incomoda.

- … esto… iba a invitarte a conocer la ciudad – dijo con una sonrisa, intentando romper la tensión – los heraldos nos avisaran en cuanto Ulfric este libre, y hoy no estoy de guardia, además te servirá distraerte, ¿Qué dices? –

El nórdico acepto, no porque quisiera pasear por las calles de Ventalia, sino porque no soportaba un instante más encerrado en aquella habitación. Caminaron todo el día, charlaron con habladores comerciantes, guardias de miradas severas, mendigos anhelantes que les tiraban de las ropas. Almorzaron en el “Salón del calor de la vela” y Zuna le relato historias sobre los imperiales y capas de tormenta, y sobre la vida de la ciudad. Al atardecer subieron a las murallas, a ella le gustaba ver como el mar se teñía de purpura y rojo al morir el día, y observar los cambios de guardia, y a marineros y comerciantes desaparecer en la oscuridad. Apenas comenzaba a atardecer cuando el heraldo llegó, Ulfric solicitaba su presencia…

------------------------------------------------------------------------------------

(continua... por fin...)

El sol había descendido paulatinamente detrás de las montañas, enrojeciendo sus picachos y encendiendo estrellas de sangre en los últimos macizos de nieve. Era la hora sagrada. La muerte del día.
Avanzaron velozmente por las calles de piedra, avanzaron casi a empujones, rechazando de mala manera a vendedores ofreciendo baratijas, vinos y mujeres, y a mendigos extendiendo sus manos por limosna. Pronto estuvieron frente al palacio de los reyes, sus muros parecían extenderse hasta las nubes y las llamas ardían en pebeteros donde mendigos se calentaban las manos, una sombra de dualidad se posaba sobre Ventalia, de un lado el enorme y majestuoso salón de piedra, del otro, lastimeros mendigos muriendo de hambre y frio…

El humor de Ragnar había cambiado súbitamente, bajo su desconfiada piel de fiera un hilacho de esperanza despertaba el buen humor que pareciera olvidar. Entró en el palacio de los reyes con las primeras sombras rojas del crepúsculo, caminaba con la mirada altiva y el paso veloz y cómodo, bamboleando los hombros a la manera de quien está acostumbrado a cargar un escudo en sus espaldas. Su estatura impresionaba, casi una cabeza más alto que cualquiera de los guardias, de hombros anchos y brazos poderosos, su mirada era salvaje y penetrante. Ulfric lo notó al instante, aunque jamás había visto su rostro reconocía la estampa del guerrero. El nórdico extendió su brazo hacia el frente y lo cruzo golpeándose el pecho, el saludo de los guerreros…

- Te saludo, Ulfric Capa de Tormenta – dijo con una voz atronadora, sin mover su puño de su pecho…

Ambos se observan un instante, los nombres suenan en sus mentes como un cuerno de combate y visiones sangrientas cruzan ante sus ojos. Un sol ardiente y gritos de batalla en los empinados picos de La cuenca… Espadas chocando y alaridos de dolor, la carcajada de un guerrero atravesando el aire como una flecha y un estandarte, un gran cuervo negro hondeando al viento… Se observaron en silencio, pensativos, escrutando los misterios de un pasado lejano… Por fin, la voz de Ulfric rompió el silencio…

- Relatar una guerra… ¿Quién podría hacerlo? Ni siquiera el hombre más sabio podría hallar las palabras justas para encerrar esa locura de sangre, cabalgatas, estandartes, espadas y esa indefinida mezcla de estupidez, inconsciencia, grandiosidad, coraje y ceguera que hacen nacer la gloria entre la polvareda y el grito de miles de gargantas enronquecidas… si… recuerdo esa guerra, una buena guerra…¿La recuerdas Haraldsson? -

- La recuerdo… - respondió en un tono tranquilo, inconscientemente su mano busco el mando de una espada – Se lucho entre colinas y montañas, en cavernas y en las orillas arenosas de los ríos… fue una guerra de emboscadas y ataques sorpresivos… un gran dragón de hierro avanzaba a través de la cuenca, parecíamos invencibles – Guardó silencio un instante, Ulfric prosiguió el recuerdo…

- Pero tuvimos un buen enemigo… Nuestros hombres avanzaban como una tormenta entre los caminos pedregosos de la cuenca, convirtiendo a las filas enemigas en un mar de cadáveres… pero siempre habían más, y sus jinetes arrasaban cargando desde las colinas. Arqueros y guerreros atacaban como enjambres de avispas desde las rocas, las flechas volaban… aguijones de muerte… nos enloquecían, jamás luchaban sus ataques eran veloces y dejaban docenas de heridos… Guerreros de rostros pintados se deslizaban en nuestros campamentos en la noche y quemaban tiendas y carros de provisiones… -

- Pero también luchamos en batallas feroces – Interrumpió el nórdico, casi con aire orgulloso – Matamos a muchos enemigos –

- Si… batallas brutales de una ferocidad inaudita, enemigos valientes y grandes hazañas… - En ese momento Ulfric guarda silencio un instante, mirando a Ragnar firmemente a los ojos… - Mi amigo Galmar me había recomendado a un mercenario, siguiendo su consejo mis emisarios buscaron por todo Skyrim su estandarte… Un cuervo negro sobre un fondo rojo como la sangre… Lo recuerdo bien, un guerrero enorme… un yelmo le cubría el rosto pues su cabeza tenía un gran precio. Su presencia impresionaba, lo vi luchar cuando tomamos el fuerte Sungard, pero lo que vi lejos estaba del hábil capitán que mi amigo recomendó. – Lo observó otra vez con mirada inquisitiva – Avanzaba sobre el muro norte, blandiendo un hacha de guerra, su escudo estaba roto y teñido de sangre… Avanzaba rugiendo como un oso destrozando a cualquiera que se interpusiera en su camino, parecía más una bestia que un hombre… Un salvaje incontrolable, como los antiguos berserker de las leyendas. En ese momento, aunque los resultados eran indiscutibles, me sentí decepcionado, pero al mismo tiempo admiré su valor, y la fe ciega con la que sus hombres lo seguían, tan bestiales como él mismo – Una vez más guardó silencio, observando su reacción, intentando encontrar dudas en su mirada, pero lo que vio en esos ojos solo confirmo sus recuerdos –

- Entonces me reconoces – Interrumpió otra vez –Fue una guerra larga y ardua, mi estandarte flameo a todo lo largo y ancho de la cuenca… mis hombres y yo te servimos bien, Jarl Ulfric… -

- Suponiendo que tú eras ese hombre… - Interrumpió Ulfric -Pensé en prescindir de sus servicios ¿sabes? - dijo mirándolo a los ojos - Fue Galmar quien me lo impidió “Espera y veras… lo he visto dirigir a sus hombres”… No fue hasta que estuvimos ante las puertas de Markarth que pude ver con mis propios ojos al capitán que antes se ocultara tras una máscara bestial. Vi el estandarte del cuervo abrirse paso hasta los muros entre una lluvia de flechas… y luego penetrar las puertas de la ciudad mientras los Renegados les arrojaban rocas y flechas. Observé atónito como atravesaban sin recibir daño alguno una cascada de aceite hirviendo y empuñando hachas y escudos destrozaban toda resistencia en el interior… Tomaron las puertas y mis hombres las atravesaron como un huracán, entonces, al ver al guerrero de cerca pude apreciar su astucia. Todos sus hombres llevaban pieles de oso empapadas en vinagre, sus escudos eran grandes y bajo sus mantos relucían cotas de malla… Las débiles armaduras de cuero de los Renegados no podían detenerlas, y sus burdas armas de madera se hacían pedazos bajo el peso de las hachas cosa que no sucedía con las espadas… Habían avanzado formando una cuña, dividiendo a los renegados en dos y aplastándolos… si, un capitán hábil y astuto, y un guerrero feroz como pocos, tal como mi amigo había dicho… ¿Pero cómo puedo saber que realmente eres tú ese hombre que jamás me dejo ver su rostro? –

Ragnar guardó silencio, cruzando los brazos sobre el pecho cerró los ojos meditando una respuesta… escarbando en sus recuerdos, intentando encontrar algo útil que confirmara su identidad…

- Porque luego de la batalla sobrevivientes enemigos te emboscaron a ti y a tu escolta mientras se dirigían a Carrera Blanca… - dijo como arrancando una página de sus recuerdos – Tu escolta casi fue destruida, pero mis hombres y yo caímos sobre los Renegados… los aplastamos, no quedo ni uno con vida… y te salvamos, Jarl Ulfric, te salvamos de morir atravesado por una flecha de hueso y ser sepultado en un fangal… Entonces me prometiste tu ayuda en cuanto la necesitara, me dijiste que siempre encontraría un amigo en Ventalia… -

- Haraldsson tenía más de doscientos hombres bajo su mando, y todos me oyeron decir eso – interrumpió el Jarl, su voz era potente y autoritaria, e incluso, casi acusadora – En lo que a mí respecta podrías ser cualquiera de ellos, necesito estar seguro antes de tomar cualquier decisión –

- ¡Aunque fuese cualquiera de esos hombres, le deberías la misma lealtad que a Haraldsson! – Respondió irritado - ¡cada uno de esos hombres arriesgó su vida para salvarte!, Jarl Ulfric

- Tal vez tengas razón, pero de todas maneras debo asegurarme, me pides que pierda hombres y recursos en tu ayuda… espero que comprendas… -

- …. – Ragnar guardo silencio un largo rato, pensando intentando encontrar algo más, una clave secreta que solo ellos dos compartieran… - It’Anum rashad el Rahir- Respondió silabeando casi entre dientes, y se golpeo el pecho con el puño, de inmediato Ulfric se puso de pie…

- Rahir käzhad arúz… - dijo golpeándose el pecho de la misma forma – Tú eres ese hombre entonces, solo a él entre los presentes le dije esas palabras… “El corazón del guerrero late en el filo de su espada”… - guardo silencio otra vez, observándolo con cuidado – Sí… reconozco tu mirada… Zuna, por favor acércate –

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Mensaje por Zuna Stormcloak Miér Oct 03, 2012 3:52 pm

(Esto lo escribio jp)

Ella se acerca confiadamente, atraviesa el salón de piedra junto a la mesa de banquetes y sube los escalones que llevan al trono. Pero hay algo extraño en el aire, de repente Ragnar esta tenso, siente erizarse los pelos de su nuca y sus ojos observan velozmente cada rincón. Observa los guardias en los rincones, dos en las puertas, dos junto al trono y dos a ambos lados del salón…
Otros más se ocultan en las sombras. Galmar también esta tenso. Ojos de fiera se encuentran y el aire parece hervir entre ellos, instintivamente su mano se cierra sobre su hacha…

- ¿Estas conmigo? – Preguntó Ulfric, casi susurrando. Estaba sentado en su trono y sus manos se unían frente a su rostro. Su mirada de pronto se había tornado severa – Zuna… ¿ Estas conmigo? –

- Si, mi Jarl… - respondió nerviosa, de repente sentía que algo estaba a punto de suceder, pero no sabía el que, solo se imaginaba que no podría ser bueno –

- Entonces entenderás que hago lo mejor… - Dijo mientras se ponía de pie, Galmar caminaba con paso firme en el salón… se produjo un largo silencio, sus pasos retumbaban, los puños de Ragnar se cerraron e inconscientemente desnudó los dientes. Ulfric medito un instante y luego lanzó su orden – ¡Arréstenlo! –
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Mensaje por J.P Miér Oct 03, 2012 4:20 pm


- ¡Traidora! ¡Perra desgraciada! - Rugio con toda la fuerza que le permitían sus pulmones, llenando su pecho de aire - ¡Me trajiste a una trampa! -

- No...yo... yo - intentó encontrar algo que decir y miró a Ulfric como implorando ayuda...

Abrió su boca atónita, intentando encontrar algo, alguna palabra que expresara su desesperación. Desilusionada y sorprendida deseaba poder detener el tiempo, o volver atrás y cambiar las cosas. Corrió hacia abajo de las escalinatas del trono sin pensarlo, pero ya era tarde.

Súbitamente el salón de piedra parece despertar, rumores de pies y el sonido del chocar de metales inunda el aire. Los guardias se apresuran desenfundando sus armas y caen sobre Ragnar, formando un circulo de acero a su alrededor. A sus lados un hombre y una mujer con espadas, y detrás una lanza le aguijonea la espalda... Frente a él Galmar avanza lenta y tranquilamente, ni siquiera ha tomado su hacha... El nórdico desnuda los dientes, su mirada ahora es febril, colérica... sus puños se cierran como cepos, sus piernas se separan y su espalda se curva como un gran gato acechando. Su respiración resuena en el salón y sus ojos escrutan cada rincón observando a sus enemigos.

Un círculo de muerte se cerraba sobre Ragnar, pero el nórdico era una fiera como pocas veces se hubiese visto, forjado en los campos de batalla y cacerías humanas. Más bestia que hombre su instinto lo hizo moverse a la velocidad del viento. Giró sobre sus talones y sujetó el astil de la lanza a su espalda con una mano y la muñeca del guardia con la otra, y lo arrojó sobre uno de sus compañeros... La mujer a su derecha levantó su espada, pero antes de que tuviese tiempo de usarla el nórdico giró otra vez descargando un golpe brutal sobre su rostro y lanzando un rugido atronador. Solo su yelmo la salvo de la muerte o de que su rostro quedara desfigurado para siempre. Los demás guardias pronto cayeron sobre él. Apartó una lanza de un empujón y golpeo a un guardia en el pecho arrojándolo sobre la gran mesa de banquetes. Uno de ellos se adelantó con su espada en alto. Fue un movimiento veloz pero no lo suficiente. Un puño enorme pareció destrozar su cráneo, pero los guardias no cedieron, se lanzaron al ataque como una jauría… perros amaestrados enfrentándose a un oso. La fuerza monumental pareció desmoronar cualquier defensa, las espadas silbaban a su alrededor y golpes brutales destrozaban cuerpos haciendo crecer flores rojas sobre el suelo de piedra… pronto nadie fue capaz de detenerlo y la lucha se convirtió en carnicería…

- ¡Galmar, detenlo! –

La orden de Ulfric atravesó el aire como una flecha ante los ojos angustiados de Zuna, de repente Galmar comenzó a correr a toda velocidad, pero ya Ragnar también corría hacia las puertas... Un guardia intento cerrarle el paso pero fue arrojado a un lado como un muñeco de trapo, otro intentó detenerlo, pero su cuerpo no fue capaz de enfrentar la embestida del enorme nórdico, quien embistió al guardia con todas sus fuerzas aplastándolo contra las pesadas puertas de hierro y clavando su codo en su garganta.

Solo segundos le tomo llegar hasta las puertas, pero Galmar también era veloz, experto guerrero y experto cazador de hombres saltó sobre él antes de que pudiera terminar de abrirlas... Las puertas se abrieron de par en par con la fuerza del impacto, y los dos guerreros cayeron rodando en la nieve, descargándose golpes que aplastarían los huesos de los hombres normales, rugiendo y babeando como bestias. Los guardias del salón corrieron detrás de ellos con sus armas listas... Un viento helado entro al palacio haciendo latiguear las llamas de las antorchas. Ulfric y Zuna quedaron solos...

Los guerreros se separaron bruscamente, observándose, midiéndose meticulosamente y formando un anillo con sus pasos. Los guardias formaron un circulo a su alrededor, y mendigos, vagabundos, comerciantes y viajeros se amontonaron rápidamente mientras los guerreros saltaban uno sobre el otro...

- Ríndete Haraldsson - dijo en tono calmado, sonriendo - Ríndete, mi Jarl te promete una muerte limpia... –

Pero la respuesta jamás llego en palabras, solo un rugido cavernoso y gutural, y lo que siguió fue como la furia desencadenada de un huracán. Galmar apenas tuvo tiempo de ponerse en guardia cuando su enemigo estaba ya sobre él, consiguió defenderse, pero los primeros golpes fueron tan terribles que parecía un milagro que sus brazos no se rompieran… Nadie dice una palabra, ni guardias ni curiosos, un nudo se forma en las gargantas de todos mientras observan como hipnotizados el comienzo del salvaje duelo… Galmar “Puño de Piedra” es duro como el acero y no teme a nadie, se sabe fuerte, valiente y poderoso, pero juzgó mal a su adversario y pronto se encontró enfrentando una furia sobrehumana cuyos golpes brutales apenas consigue evitar… de pronto un enorme puño alcanza su rostro y su mejilla parece estallar. El puño tinto de sangre volvió a alcanzarlo con una fuerza bestial, y de repente sintió dos manos como cepos de hierro cerrarse sobre su cuerpo y sus pies fueron arrancados de la nieve helada, pronto la dureza de la piedra retumbo en sus espaldas, aturdido, ni siquiera vio el enorme puño caer sobre su rostro, su cabeza retrocedió golpeándose contra el muro de piedra... Otro golpe, su nariz está rota, otro más sobre su mandíbula. El nórdico cae sobre él lanzando golpes como mazazos, rugiendo y gruñendo golpea con todas sus fuerzas...

La sangre estalla en flores rojas flotando hacia el cielo estrellado, un golpe tras otro el nórdico ruge descargando su fuerza terrible, Galmar intenta defenderse, sus brazos detienen los golpes brutales pero pronto se vuelven rojos y se hinchan, su rostro sangra profusamente y su nariz rota le molesta al respirar, intenta atacar, pero cada vez que su guardia se abre un golpe terrible cae sobre su pecho quitándole el aire y las fuerzas… Solo su armadura lo salva de los huesos rotos.

El nórdico ruge y gotas de saliva caen sobre su rostro, por un instante Galmar recuerda la sensación de estar entre las zarpas de un oso... no hay manera de defenderse, un golpe tras otro caen pesadamente sobre su cuerpo. Siente la furia implacable del nórdico sobre él, y por instantes piensa en rendirse. Pero la ira pronto lo domina, su sangre hierve y siente su piel arder, un odio brutal nace hacia su enemigo y hacia sí mismo por subestimarlo. Lanza un rugido bestial con todas sus fuerzas y descarga un golpe terrible sobre el hombro del nórdico, las garras de oso de sus guanteletes se hunden en la carne haciéndolo gritar de dolor. Galmar ríe extasiado mientras gotas de sangre caen sobre su rostro maltrecho y su mano poderosa se cierra sobre el cuello de su adversario como una garra. Ragnar intenta liberarse, pero es imposible, manos como tenazas se cierran sobre su cuello y siente como sus fuerzas lo abandonan, tal es la fuerza de esas mano que por momentos está a punto de desmallarse. Galmar ríe y se deleita, mientras sus piernas se cierran sobre el cuerpo de su enemigo como tenazas haciendo crujir sus huesos en un agarre letal… pero una vez más el nórdico demuestra ser un enemigo feroz. Lo golpea con fuerza en las articulaciones de sus brazos obligándolo a flexionarlos... a acercarse, y lanza un cabezazo sobre su nariz rota... luego el oficial siente otra vez el castigo de esos puños enormes, una y otra vez caen sobre su pecho y sus brazos. Pero Galmar no está vencido, velozmente su pie se apoya en el pecho de su enemigo y, como arrojado por una catapulta Ragnar es lanzado al aire, cayendo de espaldas en la nieve...

Se observaron un instante, de pie con las espaldas curvas y sus cuerpos tensos, furiosos y jadeantes... Galmar se limpio la sangre que molestaba sus ojos y con un alarido que hizo retroceder a todos los presentes se abalanzo sobre su enemigo, casi al instante se encontraron trabados en una lucha salvaje, golpeándose con una furia demente.

Ragnar sujetó sus manos y golpeo sus puños con fuerza contra el suelo de piedra, destrozando las garras de oso en sus guanteletes que laceraban su carne, pero Galmar no las necesitaba, una poderosa embestida lo libero de su agarre y pronto ambos estuvieron de pie... por primera vez en años los pies de Ragnar fueron arrancados del suelo por la fuerza de un enemigo y su cuerpo fue arrojado contra los muros de piedra... Solo oyó un rugido cavernoso y ni siquiera alcanzo a reaccionar antes de que un puño alcanzara su rostro... Luego otro, y otro. Pero rápidamente respondió descargando toda la fuerza de sus piernas sobre el abdomen del oficial arrojándolo a la nieve. Galmar rodó evitando que una lanza de carne y huesos aplastara su cráneo y una vez más se puso de pie, pero un terrible golpe en el pecho lo arrojó contra una pared. Un golpe increíble de fuerza prodigiosa, más parecido al de un martillo de guerra maravillo a Galmar, que sin darse cuenta agradecía el tener su armadura mientras en él nacía un enorme respeto hacia su oponente...

Sus voces se convirtieron en un trueno que hizo temblar la tierra mientras una vez más saltaban uno sobre el otro, voces oscuras y siniestras refulgen en la noche… Las sombras de los dos colosos trazan arabescos sobre la nieve iluminada por las llamas. Un rugido poderoso y voces terribles viajan con el viento…

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Mensaje por Zuna Stormcloak Jue Oct 04, 2012 1:48 pm

Zuna oyó las voces ahogadas en el palacio de los reyes. Las oyó dentro suyo como si la batalla se librara en las profundidades de su mente. Un viento helado atravesó las puertas del palacio y le golpeo el rostro como un latigazo. Ulfric alzó los ojos.
Durante un largo, casi interminable espacio de tiempo escucharon en silencio sin moverse la siniestra melodía de aullidos y alaridos furiosos que flotaba desde el exterior. El fuego crepitaba en el salón sembrando regueros de chispas… la mirada del Jarl de Ventalia se había vuelto fría y pensativa…


- ¿Por qué?.... ¿Porque ha faltado a su palabra? –


- Lo he subestimado… - dijo Ulfric sin siquiera escucharla – Debí usar mi Thu’um sobre él desde el primer momento… -


- ¿Mi rey?... por favor responda… yo… yo le prometí que… -



- Era lo mejor – Respondió Ulfric con aire pensativo – Si con el sacrificio de un extraño puedo salvar las vidas de mis hombres… pues que así sea… -


- ...¿Ulfric?...-


La voz de Galmar rompió el aire, un golpe terrible lo había alcanzado haciéndolo caer por las escalinatas.


- Lo confieso... hallé un símbolo en el vuelo de los cuervos... dolor, eso veía en sus alas... dolor… en las alas de un cuervo... - Observó el fuego un instante, olvidando la batalla en las puertas de su palacio, pareció perdido en lejanos caminos... un largo instante de silencio hasta que por fin prosiguió... – No lo comprendí en un principio… luego estuvo claro, un cuervo negro sobre un fondo rojo, ese es su estandarte, el cuervo sangriento -


- Ulfric… yo… no comprendo… -


- Una partida de imperiales que cazaba a este hombre encontró nuestro campamento en Haafingar. Nuestros hombres no estaban preparados aún para una lucha, había enviado a Yrsarald junto a una tropa para reforzarlo. También fueron emboscados… Las mismas partidas de caza descubrieron nuestro campamento en Hjaalmarch… Atacaron en la noche con escudos y jinetes, mataron a nuestros hombres en la oscuridad o los encerraron en sus tiendas en llamas… en solo unos días sufrimos casi 400 muertes, y 3 de nuestros oficiales fueron capturados… Dicen que Ystar “Rompedor de Montículos” perdió una mano en la lucha mientras intentaba organizar a sus hombres, también dicen que huyo, o que fue detenido por el General Tulio en persona… 35 hombres fueron arrestados en Haafingar… 140 fueron muertos… – Guardó silencio un instante cruzando sus manos frente a su rostro con sus codos apoyados en el trono, Zuna sentía un nudo en su garganta – Obligaron a los prisioneros a hablar en las mazmorras de soledad, descubrieron que solo dos días después Yrsarald llegaría con un refuerzo de 150 hombres… Fueron sorprendidos mientras cruzaban los vados del rio Hjal por dos batallones de caballería pesada y arqueros. Toda la tropa fue aniquilada, y solo Yrsarald y un puñado de hombres de su guardia sobrevivieron y fueron hechos prisioneros, un solo soldado herido pudo escapar para traer el informe… - sostuvo con fuerza el pergamino en su mano – La historia fue peor en Hjaalmarch… atacaron con la niebla y una muralla de escudos y espadas encerró a nuestros hombres contra las aguas… 200 muertos y Arrald Corazón de Hielo y su guardia hechos prisioneros…- Guardo silencio un instante, un silencio pesado e irreal… luego de observar el pergamino un instante prosiguió – Por eso se demoró nuestra reunión… los imperiales están desesperados, los Thalmor los presionan cada vez mas y lo necesitan urgentemente, me ofrecieron la liberación de nuestros hombres, pero a cambio debemos devolverles a su prisionero… Pensé en intentar un rescate, pero no sabemos donde están y los ejecutarían a nuestro primer movimiento… no me dejan más opciones -


Se miraron en silencio, incómodos, sintiendo un nudo en su garganta mientras la batalla rugía en el exterior... por fin Zuna se decidio a hablar -


- Espero que Galmar este bien. - contesto Zuna


- Lo estará.... tengo fé en él - Un terrible alarido lo interrumpió desde el exterior y el sonido de algo cayendo... - Te preguntarás porque sucedió esto... -

- Si... Ahora él cree que le he traicionado.

- Lo se, no podría pensar mejor de mí mismo... pero era lo mejor... - Apretó con fuerza un pergamino que tenía en su mano y continuó - Aunque no puedo evitar sentir que esto me pesará siempre... -

- Si escapa seguramente quiera venganza, por ti y por mí. Puede terminar esto en una batalla. Aún así, no soy yo quien toma las decisiones, si hubiese estado en tu lugar no sabría que hacer. Pero creo que tomaste la decisión correcta, aunque esos hombres no tengan nada que ver con él. - dijo Zuna pensativa.

- Espero que sea la correcta... pero no escapará - Una nueva explosión de alaridos hizo temblar el palacio. El Jarl sacudió la cabeza irritado, oyendo los rugidos demenciales y los vítores que venían del exterior... - De todas formas jamás llegara vivo con los imperiales, lo ejecutaré yo mismo, para ahorrarle el dolor y la humillación.

- ¿Pero no lo querían vivo? - Zuna se sorprendió, a la vez estaba confusa con los gritos de fuera del palacio, cada grito la parecía que alguien estaba sufriendo.

- Lo querrán vivo, pero deberán conformarse... ya he faltado a mi palabra, por lo menos tendré este gesto... -

- Podrían atacarnos, mi jarl, mirelo así. Aunque tambien miremos que si le dejamos vivo el tambien querrá venganza.

- Lo se, es una situacion complicada, nada impediria a los imperiales traicionarnos, y él es un mal enemigo... en cuanto Galmar lo detenga lo ejecutaremos, pero los imperiales no lo sabran hasta que nuestros hombres estén a salvo -

- ¿Y si Galmar no consigue atraparle? ¿Y si escapa? Ni conseguiriamos a nuestros oficiales y el escaparía...

Casi como una invocacion un terrible alarido hizo temblar la estancia, la voz apenas parecia humana y no pudieron reconocerla...

- La lucha ya ha durado mucho... - dijo Ulfric como al descuido - Simplemente no debe escapar... -

Un fuerte golpe resuena desde el exterior, un sonido que recuerda al de una maza al golpear un escudo.

- No debe escapar no es lo mismo que no puede escapar. Como usted dice mi jarl, ya ha durado mucho, pero no veo que Galmar lo traiga. - Zuna comenzó a estar inquieta y nerviosa.

- Nadie habia sido capaz de enfrentarlo asi... - En ese momento otro golpe fragoroso los interrumpio, seguido de un grito de dolor, Ulfric se levantó de un salto al reconocer la voz y sin pensarlo comenzo a correr hacia las puertas...

Zuna saco su espada y siguió a Ulfric.
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Mensaje por J.P Jue Oct 04, 2012 4:24 pm

Corrieron a toda velocidad atravesando el palacio de los reyes, se abrieron paso entre los hombres y mujeres que observaban la lucha. Pronto estuvieron frente a él. Un gruñido cavernoso pareció salir de las entrañas del guerrero, sus ojos centelleaban como llamas ardientes y sus músculos se hinchaban de una forma increíble... Frente a él Galmar presionaba con una mano su costado, una placa de su armadura se había abollado hundiéndose en la carne, el dolor era terrible...Los dos gigantes se midieron con odio, un odio que crujía como la nieve aplastada por sus botas. Los ojos verdes de Ragnar estaban amarillos de furia y parecía que su sangre hervía bajo su piel haciendo estallar sus venas. Galmar apretaba los puños y desnudaba los dientes gruñendo como un lobo, y como tal pronto saltó sobre su enemigo...

De repente, los dos colosos estaban de pie, ambos sosteniendo miradas de furia, corrieron uno hacia el otro lanzando un ensordecedor grito de batalla… una vez más la sangre voló por los aires, destruyendo la oscuridad infinita y creando una extraña escena de leyenda. Ambos rodaron por la nieve golpeándose con todas sus fuerzas con puños, codos y rodillas, atacando con cabezas y dientes… rodaron por la nieve manchada de sangre entre el clamor de guerreros y la expectativa de los capas de tormenta, golpeándose y estrangulándose mutuamente.

Galmar dio un vistazo a su cuerpo ensangrentado, luego a los salvajes ojos llameando ante él, y luego el rugido, un rugido mas de bestia que de hombre, un alarido mutuo que hizo retroceder a todos los hombres, era un sonido profundo, inmenso, de una fuerza sin límites. Se lanzaron uno sobre el otro con una brutalidad inaudita, de repente el oficial vio un par de ojos amarillos llameando frente a él... Golpes cada vez más violentos, golpes con una fuerza terrible… Otro golpe fragoroso parece hacer temblar el suelo de roca, la nieve salta y forma nubes en la lucha y estrellas de sangre se lanzan hacia el cielo…

Galmar cae, rueda en la nieve y consigue levantarse, pero casi de inmediato un puño de roca le alcanza el rostro arrojándolo contra las paredes del palacio... luego otro... intenta defenderse y un puño alcanza la herida en su costado, el metal se hunde el hueso se astilla. Otro golpe en el rostro, una rodilla alcanza su vientre, un codo lo golpea en la frente... otro golpe, y otro... Pero reacciona, golpea con todas sus fuerzas, un golpe terrible que arroja a su enemigo a la nieve helada. Pronto cae sobre él, descarga toda su fuerza prodigiosa sobre su rostro, sobre su pecho, sobre sus oídos... Sus dedos buscan los ojos y sus manos cerrase sobre su garganta. Pero otra vez un puño lo alcanza, pronto su enemigo escapa de sus manos y ambos se encuentran otra vez de pie.

Con un aterrador alarido Ragnar cae sobre él, lo aplasta contra los muros de roca y golpea jadeando y babeando como una fiera, cada vez más rápido, cada golpe más poderoso que el anterior, como si una fuerza sobrenatural lo empujara, parece no ver, ni oir, ni sentir, solo descarga un golpe tras otro con una fuerza titánica. Pero Galmar despierta y contraataca lanzando flores de sangre al aire, una vez más se atacan mutuamente moviéndose en círculos, un golpe en el rostro, una patada en la cintura, alguien esquiva un ataque y conecta un golpe horrible a las costillas, el chasquido de huesos rotos y la respiración fragorosa y brutal. La sangre vuela como chispas rojas saliendo de una fragua y ambos guerreros bañados de sangre se transforman en una visión fantasmal y aterradora arrancada de los abismos de Oblivion, vomitados de las más oscuras profundidades hirviendo de furia y odio, terribles y poderosos se golpean con la fuerza de arietes mientras toda Ventalia contiene el aliento... Nadie jamás había visto una lucha tan brutal y demente.

Ragnar retrocede, su respiración esta agitada como nunca y sus músculos se hinchan, su corazón puede oírse aun a través de ellos, gruñe y jadea y espesas gotas de saliva caen de entre sus dientes, luego... espuma, una espuma blanca y espesa acompañada de gruñidos casi inhumanos. Con rugido bestial se lanza otra vez sobre Galmar, pero hay algo diferente esta vez, sus ojos parecen brazas ardiendo y ruge como una bestia, se lanza sobre Galmar con una ferocidad aterradora, aún para ese combate de leyenda que ahora alcanza proporciones épicas, lo golpea en el pecho arrojándolo otra vez contra el muro de piedra del palacio. A duras penas el oficial de los capas de tormenta consigue evitar una patada dirigida a su pecho y golpea a Ragnar en el oído, derribándolo, luego salta sobre su espalda, sus brazos parecen cepos de hierro cerrándose alrededor de su cuello y el nórdico boquea intentando recuperar el aire que escapa de sus pulmones. Un dolor punzante nace en la base de su espalda la cual Galmar obliga a tensarse hasta límites casi imposibles, el nórdico ruge y lucha entre sus brazos mientras la espuma cada vez más espesa cae de su boca y sus fuerzas parecen multiplicarse...

Su veteranía es inmensa y pronto lo demuestra, sus manos se alejan de los brazos de Galmar y se cierran de forma aplastante a los costados de su cabeza, dos dedos entran a sus oídos y presionan con fuerza haciendo gritar de dolor al oficial, luego las manos cambian de posición cerrándose detrás de su cabeza y Galmar es arrojado hacia el frente. Consigue ponerse de pie justo en el momento en el que una patada el alcanza el abdomen... de inmediato contraataca otra vez derriba al nórdico y lo golpea en los ojos, pero este levanta su cintura y gira liberándose del agarre del oficial.

Otra vez están de pie, se observan un instante, Ragnar ataca una vez más movido por un impulso bestial e incomprensible, rápidamente Galmar se ve sobrepasado por un poder casi inhumano y cae otra vez sobre la nieve, pero consigue girar e invertir el agarre, estrangula a su oponente y lo golpea con todas las fuerzas que le quedan, pero el nórdico continua gruñendo y rugiendo con una mirada demencial en sus ojos, y lo golpea una y otra vez, en el torso, en los brazos, en el rostro. Pero las manos de Galmar no se debilitan sobre su cuello, siente la victoria próxima, pero entonces el rostro del nórdico cambia, una sonrisa aterradora, una mueca demente se forma en sus labios y lanzando un rugido terrible golpea otra vez sobre la herida en su costado, luego arranca la placa de armadura incrustada en sus huesos y Galmar siente como unos dedos poderosos exprimen sus costillas intentando empujarlas hacia su pulmón. Intenta liberarse pero una mano enorme se cierra sobre su rostro... el dolor es indescriptible y nubla su mente, sus manos tiemblan y siente como su visión se nubla. Ni siquiera se da cuenta como, pero consigue liberar su rostro y sus dientes se cierran sobre un dedo, un chasquido repugnante y una explosión de sangre lo liberan del agarre letal del nórdico, quien ahora está de pie frente a él.

Galmar retrocede y lo observa, escupe el dedo de entre sus dientes despectivamente mientras se arranca lo que queda de su armadura revelando una herida horrible. El nórdico ruge y cae otra vez sobre él, lo golpea en el pecho, en el rostro y sobre su herida, sujeta su cabeza con fuerza y la estrella varias veces contra una columna de roca, sus codos le golpean los oídos acabando con su equilibrio, luego siente una mano poderosa sobre su hombro, una mano a la que le falta un dedo. Un puño se cierra y se dirige a su cráneo, justo encima de su ojo izquierdo...una vez... y otra vez... y otra vez... Un chasquido horrible paraliza a todos los presentes, toda Ventalia parece congelarse mientras Galmar Puño de Piedra cae pesadamente al suelo.

Un suspiro ahogado y miradas horrorizadas se levantan entre los presentes, solo Ulfric reacciona y con un grito desesperado se lanza en ayuda de su camarada empuñando un hacha de guerra. Pero de repente una mano se cierra alrededor de su muñeca, entonces lo reconoce... Ojos amarillentos inyectados de sangre, una mezcla entre sangre y espuma caen de su boca, respiración cavernosa y potente, sus cabellos se erizan y sus músculos crecen ganando una fuerza sobrehumana... el guerrero invencible de leyenda... "Berserker". Antes de poder usar su Thu'um un puño enorme lo golpe en el estómago con una fuerza tal que lo obliga a arrodillarse, otra vez la mano poderosa se levanta, apuntando a su cráneo, pero con un grito de guerra Zuna corre para protegerlo. El nórdico salta como un lobo sobre ella. De repente siente un peso enorme sobre su cuerpo, su espada cae sobre la nieve, el tiempo parece congelarse y los movimientos volverse lentos, el puño del nórdico vuela hacia su rostro, pero un brazo poderoso lo detiene, otro se enrosca como una serpiente alrededor de su cuello y un instante más tarde Rangar es lanzado hacia atrás.

Galmar está de pie otra vez, su ojo izquierdo cuelga de un delgado hilo de carne sobre su mejilla, pero parece no sentirlo, con un rugido gutural se lanza otra vez al ataque a una velocidad que sus compañeros jamás habían visto, en apenas un par de segundos consigue lanzar más de diez golpes haciendo tambalear a su enemigo, lo patea en una rodilla y este cae, luego un golpe terrible en su oído... pero el nórdico se levanta y contraataca… Apunta a la horrible herida en su costado, luego golpea sobre su cuenca destrozada, luego a un costado de su rostro, el golpe es tan fuerte que obliga a Galmar a arrodillarse. El Berserker se mueve hasta sus espaldas y sujeta su brazo con fuerza, disloca su hombro dando un potente tirón hacia arriba y luego lo arroja contra una de las grandes antorchas de roca y acero.

Galmar intenta recuperarse pero siente dos manos caer sobre su cabeza y su espalda, y una presión terrible empujar su rostro hacia las llamas mientras siente como sangre, saliva y espuma caen sobre su espalda. Sus brazos se hinchan y luchan contra esa fuerza abominable, su barba comienza a arder. Súbitamente sus brazos cobran una fuerza imposible, con un rugido se libera de ese agarre letal, pero el nórdico no se detiene, ignorando el hierro ardiente levanta el pebetero que sostiene las llamas y lo arroja sobre la espalda de Galmar, con un alarido de dolor se arroja al suelo y rueda sobre la nieve, todos los presentes corren en su ayuda. Galmar se arranca lo que queda de su capa y se pone de pie de repente, pero Ragnar ya corre veloz como una flecha en dirección al Barrio Gris.

Lanzando un alarido de furia y dolor Galmar intenta correr y seguirlo, pero cae como un muñeco de trapo a los pocos pasos, Ulfric se apresura en llegar junto a él y grita órdenes a sus hombres, su voz ya no suena tranquila y sabia, sino colérica y desesperada

- ¡Galmar! ¡Galmar escuchame! – Gritó mientras intentaba levantar el cuerpo contrahecho de su amigo, su respiración se agita y una mirada febril se enciende en sus ojos… -¡Cierren todas las entradas! ¡Quiero hombres en todas las calles! ¡Arqueros a los techos, disparen a matar! – Desnuda los dientes con una mirada feroz al ver el rostro destrozado de Galmar, sus puños se cierran y se pone de pie al instante - ¡Cierren todas las entradas, nadie sale de Ventalia! ¡Disparen a matar, quiero jinetes y armaduras completas! ¡Encuéntrenlo!.... No te preocupes amigo... no escapará.... no escapará... -


(y asi termina el combate entre Ragnar y Galmar...)

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Mensaje por Elias Runblade Vie Oct 05, 2012 1:35 pm

Gemidos y gritos, gemidos y gritos, gemidos y gritos...
Una sinfonía que aterrorizaría al mas valiente de los hombres puede ser escuchada por facilidad tras esas puertas cubiertas de sangre seca, esas puertas que llevan ya días sin abrirse. El oyente se ha vuelto oscuro entre los oscuros, perverso entre los perversos. Risas desquiciadas hacen temblar hasta los propios miembros de la hermandad.
Ya sea por temor o por respeto, nadie se atreve a entrar, nadie se atreve a enfrentar la ira del jefe de los asesinos, las puertas permanecen cerradas, y los gritos permanecen constantes.
El pasillo rocoso hace resonar ecos de sufrimiento y dolor, la puerta emerge de entre las penumbras, majestuosa y enorme... nadie puede suponer que es lo que sucede dentro, solo imaginar.
Sumidos en la mas profunda oscuridad se sitúan un hombre y un cuerpo que alguna vez perteneció a una mujer. Un cuerpo deshecho...
Unas cuencas vacias en las que la vista parece perderse, solo 2 orificios en lugar de nariz, y una boca sin labios que fueron arrancados horriblemente a mordiscos, los cuales dejan ver la ausencia de dientes y las encías lastimadas he hinchadas.
Los senos le fueron cercenados, no tiene ningún dedo en ambas manos y los pies le fueron amputados y cauterizados.
Hematomas horrendos se extienden a lo largo y ancho de su piel, mientras la furiosa criatura se acerca con una pinza al rojo vivo...
Nadie se atreve a abrir las puertas, nadie es capaz de enfrentarse a la cólera del oyente.
Un grito espeluznante se escucha tras la puerta...
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Mensaje por Zuna Stormcloak Vie Oct 05, 2012 3:08 pm

Su ojo se abre, lo primero que ve es a Ulfric y a Zuna, siente un inmenso dolor en el costado, alguien lo esta curando. Llevaba un parche cubriendo su cuenca vacia, tenía varios huesos rotos, un hombro dislocado y esa gran herida en el costado mas algunas astillas de hueso en la carne. Ulfric y Zuna hablaban casi susurrando mientras, el mago de la corte, Wuunferth lo trataba de curar. Galmar estaba herido, le dolía todo.

- Se ha despertado. – comentó Zuna a Ulfric.

Ulfric rápidamente se gira hacia su amigo.

- Galmar… No te preocupes, sanarás. Pensé que podíamos con él… Capturarlo y recuperar a esos hombres… Lo siento. – dijo Ulfric con un tono triste y preocupado. Le temblaban las manos, nunca había visto a su amigo tan herido, y incluso llegó a pensar que podía morir.
- (Tos) Ahhhh…… No es…. Su culpa….. – a Galmar le costaba hablar. – (tos) Yo tambien creí…. (tos) que podía con el….
- Te hirió demasiado. – dijo Zuna.
- ¿Lo habeis…. Capturado? …… (tos)
- Aún no sabemos nada. – Ulfric se giró y comenzó a pensar. – Es importante que lo capturemos.
- Y le vamos a capturar, cuenta con ello. – dijo Zuna.

Wuunferth estaba concentrado en Galmar, entonces miró a Ulfric.

- Mi Jarl, voy a usar mi magia para hacer que el oficial sane mas rápido, pero necesito que usted y la oficial Zuna salgan de la habitación.
- De acuerdo. Tranquilo Galmar, le capturaremos y tu estarás bien. – dijo Ulfric. Se giró y miro a la oficial. – Vamos Zuna, dejémosle descansar.

Ambos salieron y cerraron la puerta. Comenzaron a andar por el pasillo, pero de pronto Zuna se paró.

- ¿Ocurre algo? – dijo Ulfric al no notar la presencia de la oficial detrás de él.

Se hizo el silencio durante unos segundos, después Zuna habló.

- ¿Y si no le capturamos?
- Lo haremos, tenemos que hacerlo. Además todas las puertas están cerradas, nadie entrará ni saldrá de Ventalia hasta que no vea a ese hombre delante mía apresado. – contestó Ulfric decidido.

Al otro lado de la puerta por la que habían salido se oyó un grito procedente de Galmar, la curación era complicada. Zuna y Ulfric cerraron los ojos. Y después se produjo de nuevo el silencio. Zuna lo interrumpió.

- Viste lo que le hizo a Galmar, si lo hace a otro soldado, este morirá. Ni siquiera sabemos cuantos ha matado mientras trataba de escapar. No creo que solo mantener las puertas cerradas sirva para algo.
- Bueno, Talos esta con nosotros, si conseguimos atraparle lo conseguiremos otro día. Ahora es tarde, y no tengo ganas de discutir sobre esto. Ve a descansar Zuna. Y siento que ese tipo ya no confíe en ti y crea que lo trajiste a una trampa…
- No pasa nada mi jarl, ahora rezemos para que consigamos atraparlo. Descanse usted tambien mi jarl. – dijo Zuna mientras caminaba hacia las escaleras.

Fue a su habitación y miró por la ventana. No sabía por que, pero lo que había ocurrido hoy le recordó a lo que pasó con su hermano. Se metió en la cama y cerró los ojos intentando dormirse. Aún asi, apenas descansó.
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Mensaje por J.P Miér Oct 17, 2012 12:49 pm

Correr… Correr sobre las calles heladas, correr entre callejones oscuros y gatos de miradas amarillas… Correr veloz y sin detenerse… Piedras bajo sus pies y un frio metálico en su pecho, las heridas arden como tizones, pero apenas las siente.

El cielo se oscureció de repente y toda Ventalia quedo en las más completas tinieblas a medida que un helado viento del norte amontonaba sucias nubes sobre las montañas. Los relámpagos partían en dos los cielos negros degollando esa oscuridad espantosa y convirtiendo la huida en una escena dantesca y terrible…

Un guardia intento cerrarle el paso y fue arrojado de un parapeto. Otro se encontraba distraído y brazos de hierro se cerraron alrededor de su garganta estrangulándolo, el guardia boqueo y lucho, intento gritar pero solo un suspiro ahogado salía de su boca... murió con una mueca de desesperación alumbrada a la luz de los relámpagos. Y luego… la lluvia…gruesas gotas espaciadas al principio que poco a poco se transformaron en un colosal torrente.

El nórdico corría, corría con un tambor redoblando en su pecho mientras sus piernas parecían enloquecer, ebrio de sangre, corría casi volando sobre las calles frías, saltando muros y obstáculos hasta que su pecho pareció arder. A sus espaldas órdenes metálicas cortaban el aire y el ladrido de perros entrenados acompasaba el ritmo pesado de botas de cuero y hierro. El nórdico corría veloz entre callejones oscuros y las miradas perdidas de perros callejeros, entonces encontró al soldado…

Los guardias doblaron una esquina… luego otra… atravesaron un callejón… corrieron cruzando las oscuras calles del barrio gris bajo la dantesca luz de las antorchas, acompasados por el estruendo de los relámpagos golpeando las montañas. Corrían como el viento atravesando como flechas las calles. Pero, de repente al doblar un recodo se encontraron con la gran espalda corvada frente a sus antorchas. Una espada desenvainada en su mano reflejaba el rojo de las llamas y sus ojos brillaban en la oscuridad ciegos de furia y dolor formando una visión de pesadilla…

Un guardia desenfundo su hacha de guerra y con un potente grito de batalla se lanzo al ataque, era un hombre enorme de un físico envidiable y su golpe debió partir a su enemigo en dos, pero el nórdico se movió velozmente soltando un rugido gutural. Golpeó sintiendo el choque de acero y carne y de pronto hubo lluvia roja y lluvia blanca. Los demás guardias corrieron hacia él con sus espadas desnudas, pero el frio que mordía sus pieles y el temor creciendo en sus espaldas se convirtieron en un yugo que entorpecía sus movimientos. Su enemigo embistió como un jabalí herido empuñando una espada en la mano derecha y un hacha en la izquierda, y lanzando un jadeo agónico y un gorgoteo sangriento un guardia cayó de rodillas en el suelo helado. El tercero llevaba un escudo y solo esto lo salvó del brutal golpe del hacha, entonces llego el guerrero.

Aquel había sido un buen día para él, le habían concedido el día libre y luego de una buena comida el viejo Gunthir por fin había decidido permitirle cortejar a su hija. Tras esa agradable noche tan esperada, y luego de beber aguamiel con amigos decide volver a su hogar.

El silencio es casi total afuera, solo roto por el caer de las delgadas gotas de lluvia, el viento araña las paredes como un fantasma angustiado que quisiera aullar un mensaje a un mundo sordo. El capitán está cansado y el frio muerde su carne, se arrebuja en su abrigo y una antorcha brilla en su mano. Los talones de cuero de las botas suenan secamente a cada paso sobre las piedras negras y húmedas.

Hay algo en la noche que lo hace temblar, un sentimiento sobrecogedor que inmediatamente lo fuerza a cerrar su puño sobre la empuñadura de su espada. Pero ni siquiera este presentimiento pudo alejar la alegría de su mente, ni siquiera el frio y la oscuridad arrancaron de su mente la mirada de dos ojos azules y una sonrisa de labios rojos, ni las risas de los nórdicos bebiendo… Fue el grito lo que lo trajo a la fría realidad, un alarido demente y doloroso que pareció desgarrar la noche y convertirla en pesadilla. Sin siquiera detenerse a pensarlo el guerrero desenfundó su espada y corrió por las calles acompañado de la luz de su antorcha. Corrió velozmente hasta llegar al callejón, allí la oscuridad total y el olor a sangre lo detuvieron de golpe. Su antorcha trazo arabescos rojos en la noche y, lenta y temerosamente caminó, adentrándose en las tinieblas…

La antorcha chispea, muerde la oscuridad con sus dientes de fuego. Una antorcha puede jugar con los sentidos, con el alma, con todas las vidas del hombre. Sus luces locas y quebradas pueden crear curiosos mundos dislocados donde la fantasía se desboca como un caballo salvaje… allí a la luz dantesca del fuego cadáveres destrozados se extendieron frente a él y un nudo de terror se cerró en su estomago. Su boca y sus ojos se abrieron de par en par ante la visión de pesadilla, solo los cadáveres iluminados por el fuego y la oscuridad… Entonces oyó el grito desde las sombras.

- ¡Capitán! – Gritó el último guardia tanta fuerza que sintió un pesado ardor en su garganta - ¡No...! –


Un horrible chasquido de carne destrozada lo interrumpió. Luego siguió el silencio... Hay silencios más fragorosos que el estruendo de un mundo que se desploma, hay silencios tan absolutos y terribles que parecen desgarrar los oídos. El guerrero sintió un escalofrío recorrer su espalda y lentamente avanzó adentrándose más en la oscuridad. En una mano su espada firme y en la otra la antorcha centelleante mostrándole el camino. Entonces lo vio, enorme y cubierto de sangre, empuñando un hacha y de pie frente a un soldado muerto, y el terror lo sobrepasó. Era un hombre probado en mil batallas, no temía a fieras ni hombres, pero el frio glacial, las sombras danzantes de su antorcha, la visión de pesadilla frente a sus ojos y el hedor a muerte traían sueños de sangre… el terror a lo desconocido, a fuerzas terribles más allá de la comprensión… el terror del que nace la desesperación.

-Tú! Tú has hecho esto ¿verdad? ¡Tú has matado a mis compañeros! ¿Por qué? – Gritó en su desesperación empuñando su espada con fuerza, pero el nórdico no respondió, ni se movió, solo el pesado silencio roto por el gotear de la lluvia y el terror agazapado en las sombras - ¿Quién eres tú? ¿Qué buscas? ¿Qué quieres? ¿Quién eres? ¡Contéstame!- Sin darse cuenta desnudo los dientes lanzando un gruñido, los nórdicos son criaturas bestiales y de un valor ciego, y su miedo pronto se transforma en furia… - ¡Responde desgraciado, o no vivirás para el amanecer! -

Gritó agitado señalando con su espada al enorme nórdico bañado de sangre, pero un rugido poderoso y el terrible golpe de un hacha lo obligaron a retroceder y tambalearse, las chispas volaron, alzándose como estrellas en el aire y otra vez el hacha estaba ahí, pero él también era hábil y rápido y consiguió evitar el golpe lanzando una estocada e hiriendo el brazo de su atacante desarmándolo, en ese instante una mano poderosa se cerró sobre su muñeca y un puño brutal le alcanzó el rostro rompiéndole la nariz y arrojándolo al suelo. Se levantó velozmente, la antorcha brillaba a sus pies y la espada estaba firme en sus manos, pero su enemigo ya no estaba allí, había desaparecido en la oscuridad. Levantó su antorcha y esperó, la respiración poderosa del nórdico se oía nítidamente desde las tinieblas.

- Qué esperas bandido… ¡enfréntame! – grito mostrando los dientes, pero solo una risa le respondió. Lentamente, comenzó a avanzar.

El nórdico en la oscuridad sonríe al palpar la superficie plana y liza, pesada y dura… la levanta, sonríe al ver victoria cerca, entonces la levanta sobre su hombro, a esa, el arma más antigua utilizada por el hombre, tan antigua como el tiempo mismo… entonces inflando su pecho observa el punto rojo de la antorcha y cuidadosamente apunta a su adversario… y la arroja.

Un golpe fragoroso en su pecho… un simple trozo de roca arrojado desde las tinieblas y su antorcha cayó de sus manos entre cadáveres y charcos de agua helada y sangre… Su respiración pareció cortarse. De repente un trozo de oscuridad pareció cobrar vida y un penetrante olor a sangre lo golpeo… Un impacto terrible al costado de su cabeza, la dureza de la roca se unió a la fuerza colosal del nórdico en un golpe bestial. La espada resbalo de sus manos y el guerrero cayó de rodillas sobre las piedras negras, no sentía la punta de sus dedos y un delgado hilo de sangre colgaba de su oído…

Un puntapié lo hizo rodar sobre las rocas y el nórdico cayó sobre el empuñando la pesada piedra en ambas manos y encorvando su espalda hacia atrás. Lanzando un rugido temible atacó… Apenas consiguió levantar sus manos para defenderse, una explosión de sangre y el horrible crujido de los huesos aplastados destrozaron la noche, el nórdico velozmente levanto sus brazos otra vez y soltando un alarido estremecedor golpeó... y golpeó… Golpeó una y otra vez y sintió la sangre volar a chorros en el aire negro y sintió los huesos aplastados y la respiración agónica de su presa retorciéndose bajo su cuerpo de coloso, cada vez con más dificultad… El guerrero intenta defenderse pero su brazo estalla en una explosión de sangre y huesos aplastados, intenta luchar y su muñeca se convierte en un montón de astillas sanguinolentas.

Un golpe horrible alcanza su pecho aplastando sus costillas y llenando su boca de borbotones de sangre, otro pulveriza su hombro prácticamente clavándolo al suelo. Otro golpe fragoroso alcanza su rostro… El nórdico golpea una y otra vez, brazos desesperados lo enfrentan sin fuerza manchándolo de sangre. Rugiendo, babeando y aullando casi con placer golpea… golpea hasta que los ojos de su enemigo salen de sus cuencas sangrientas… golpea hasta que sus dientes se vuelven polvo y su mandíbula se convierte en un guiñapo aplastado… golpea hasta que una lluvia de sangre, trozos de hueso y un liquido blancuzco y repugnante le salpican el rostro… y solo cuando sus golpes se encuentran con una cama de piedra helada consigue detenerse.

Sus manos tiemblan, todo su cuerpo tiembla frenética e incontrolablemente, la lucha había acabado con los últimos retazos energía que guardaba su cuerpo y el frio parece drenar toda la fuerza de sus músculos, su cuerpo esta empapado y su respiración se corta bruscamente. Descansar, olvidar el dolor y el frio, la ferocidad y la sangre… sus parpados pesan y el simple hecho de levantarse supone un esfuerzo colosal, descansar, dormir…

- No… no… levántate… lucha… - Se decía a si mismo intentando espolearse, a lo lejos ordenes de hierro cruzaban el aire helado acompañadas por el ladrido de perros de ataque – Dioses… ¡muévete! -

Con un gruñido consiguió ponerse de pie en una explosión de dolor, todo su cuerpo arde y una extraña sensación recorre su mente. Lentamente recoge agua helada de una grieta y moja aún más su rostro empapado. La oscuridad trae un calor sofocante y un sudor nervioso recorre su frente, sus sienes parecieran ser golpeadas por un martillo y alaridos imaginados le taladran los oídos mientras su cuerpo tiembla de frio y su mente arde. Ni siquiera había advertido al elfo…

- ¡Sígueme nórdico, apresúrate! – gritó el elfo preocupado, pero el nórdico solo respondió con un gruñido, encorvando la espalda como una fiera dispuesta a atacar y mostrando los dientes, y aún cubierto de heridas y temblando de frio su imagen era imponente… amenazante, aterradora… - no soy tu enemigo – susurró desesperado intentando evitar que el enorme nórdico saltara sobre él como hizo con el hombre que acababa de asesinar… ordenes en el viento y el ladrido de perros cada vez más cerca hacían hervir la noche – Ellos ya están cerca, ¡soy tu única opción nórdico, sígueme o sus perros te harán pedazos… sígueme o aunque pudieras escapar de los guardias el frio te matará antes del amanecer… no soy tu enemigo, soy tu única opción! –

De inmediato el dunmer comenzó a correr, huyendo desesperado de la guardia cada vez más cerca, el nórdico casi sin pensarlo decidió corrió detrás de él desapareciendo en los oscuros callejones del Barrio Gris…

-----------------------------------------------------------------------------------------------

Un trueno parte en dos el cielo ahogando el ladrido frenético de los perros, las manos de los guardias tiemblan ante la escena de pesadilla que se extiende frente a sus ojos. Alguno traza un signo de los dioses con sus manos, otro vomita en un rincón… hablan con voces cortadas mirando con ojos húmedos y sus corazones subiendo hasta sus gargantas…

- Aquí hay otro… y otro… le ha abierto el vientre… -

- ¡Por Talos, otro más! –

- Por aquí, otro hombre más… Oh Dioses… ¡Dioses, su cabeza! –

- Estaba herido… ¿Quién podría hacer algo así? –

- Estuve en la patrulla que lo trajo a Ventalia… lo encontramos cubierto de heridas horribles, cortes, quemaduras, huesos rotos… estaba lisiado. Jamás debió recuperarse… - Dijo un guardia aterrado y con la voz entrecortada - pero… pero una noche oímos sonidos horribles de su tienda… desapareció… lo encontramos al amanecer en la nieve con el cuerpo cubierto de sangre… había sanado por completo… no… no es humano… -

- Es un demonio… jamás debió llegar a Ventalia… -

Los perros inquietos olfateaban todo alrededor mientras los guardias se miraban unos a otros, un nudo de terror había cerrado sus gargantas y un silencio pesado, casi palpable ahogo al grupo… Un trueno los sobresaltó y por fin uno consiguió hablar.

- Hay que informar a Jarl Ulfric… de inmediato… -

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Mensaje por Zuna Stormcloak Lun Dic 03, 2012 4:18 pm

Se oia la lluvia chocar en los muros, la luz de los relampagos de vez en cuando iluminaban la habitacion donde Zuna intentaba dormir. Se levantó de la cama y miró por la ventana. La encantaba la lluvia, pero en ese día no era necesaria, tras ver lo que le había pasado a Galmar... El día iba cada día peor... Volvió a la cama intentando dormirse, aunque en cuanto cerraba los ojos algo interrumpía, un trueno, un grito, o su misma mente recordando las cosas que habían pasado. Ya se había relajado un poco cuando unos fuertes pasos la despiertan, alguien subia al piso superior del Palacio de los Reyes, no parecía una sola persona, si no varias. Zuna se levantó, sabía que debían ser soldados Capas de la Tormenta, pero ¿por que a esas horas? Era tarde y el jarl necesitaba descansar. Esperó dentro de su habitación, inquieta, pensativa, abrieron una puerta, la de la habitación del jarl.
"¿Por qué lo molestan ahora? Ulfric debe descansar... Bastante tenemos con lo que ha pasado." pensó Zuna.
Se oían voces, pero ella no conseguía saber que decían, se les oía casi susurrando.

- ¡Quiero que captureis ahora mismo a ese mounstro! ¡No quiero que salga nadie de Ventalia hasta que lo vea ante mi, suplicando que no lo mate! - gritó el jarl Ulfric.

Zuna salió de la habitación.

- ¿Ocurre algo? - dijo ella, observó que habia mas soldados de los que normalmente subían allí arriba.
- Hemos perdido unos diez hombres durante la persecución de ese mounstro, mas los que perdimos dentro del Palacio y en la pelea que tuvo con Galmar, y eso si Galmar sobrevive. - contesto Ulfric defraudado.
- Maldita sea... Ese hombre es muy peligroso para dejarlo suelto. Al menos la gente ahora esta en sus casas, no creo que salgan con eso ahi suelto. ¿Se sabe quien ha muerto? - preguntó Zuna.

- Solo a los hombres del palacio, de momento. Y tan solo a un par en las calles – El soldado se dirige a su oficial, temiendo encontrarse con los ojos de su Jarl - Wuunfert y Forx están investigando en el barrio gris-

- ¿Quienes son? -

- hmmm - saca un trozo de papel de un bolsillo en su uniforme - en el palacio... Unferth de Paraje de Ivar, Guardia, 35 años... cuello roto por impacto...accidental - guarda silencio un momento - Tolkir Evanstaar, nativo de Carrera Blanca, 22 años... cuello roto, ruptura de tráquea, fractura de mandíbula. Le clavaron un codo en la garganta y lo aplastaron contra las puertas, seguro lo vieron. Era muy joven, Zuna, tengo un hermano de su misma edad -suspira pesadamente y dio un rápido vistazo a su Jarl, parecía extrañamente calmado, sombrío… el guardia trago saliva -… provocada...-

- Continua - Interrumpio Ulfric –

- eehhmm... si señor. - Otra vez tragó saliva antes de hablar, un trueno hizo vibrar la estancia y el guardia miro por sobre su hombro - Sven Evansson, nativo de Falkreach. 43 años, veterano condecorado en la batalla del paso... Cuello roto al caer de una altura de 7 metros... muñeca rota, fue una llave de lucha... provocada. -guardo silencio una vez mas, aún desde adentro se oian las pesadas gotas de lluvia golpeando el palacio... - El ultimo identificado, Gunnar "ojo muerto", nativo de Ventalia, 30 años... estrangulado... provocada... y esos son todos, mi Jarl -

- mmm... ¿ya notificaron a las familias? -

- Aún no Jarl Ulfric, me disponía a enviar los mensajeros después de entregar mi informe -

- No lo hagas aún, déjalos dormir esta noche. En la mañana, cuando identifiquemos a todos -

- Si señor -respondió con vos entrecortada - espero, que no haya más muertos de los que contamos -

- ¿que sabemos de su paradero? ¿tienen alguna idea de adonde fue? - preguntó seriamente.

- No señor, apenas suposiciones. Acordonamos el Barrio Gris, creemos que esta por allí en algun lugar. Los Dunmer no colaboraran con nosotros, aunque su propia seguridad esté en juego... pero a estas alturas, podria estar en cualquier parte de Ventalia, desaparecio sin dejar huellas -

El rostro de Ulfric se torno aún mas sombrio, apenas un hilo de furia podia sentirse a travez de sus ojos, queria gritar, maldecir, tomar un arma y salir el mismo a buscarlo, pero en el fondo sabia que debia mantener su compostura, sentía como si el valor de sus guardias pendiera de una cuerda, por eso, mantuvo la calma...

- Bien, reúne a mis oficiales - ordenó - quiero verlos a todos en el salón en una hora, para el amanecer necesito todos los nombres. Ve al puesto de guardia y dales mi orden, quiero por lo menos un perro en cada grupo de búsqueda. Y si lo encuentran, no lo enfrenten solos, conténganlo y llamen refuerzos. Quiero informes cada dos horas y reitera esta orden, nadie sale de sus casas, no quiero rehenes. - Guardo silencio un instante pensando en cualquier cosa que podría haber pasado por algo, luego por fin prosiguió - Levanten una barricada en cada entrada al barrio gris, servirá de puesto avanzado. El Dunmer Artemis Svaalhu es nuestro informante, contáctate con él, si ha visto algo te lo hará saber, creo que eso es todo. -

- Esperad - interrumpió Zuna - hay algo más. Soldado, diles a Wuunfert y a Forx que se den prisa en buscar algo que nos dé con él. Que no pierdan el tiempo en tomar conclusiones, podría estarlos vigilando. Y tened cuidado, esa... cosa... puede aparecer por cualquier lugar. Deben apresurarse y regresar. Debemos encontrarlo ahora mismo, es una bestia, nunca imagine que traerlo aqui fuera a dar tantos problemas... si hubiera sabido... - dijo mientras se llevaba una mano al rostro - si lo dejamos suelto matara a mas soldados y peor aun a gente inocente. Hoy mismo hablé con Gunnar, esta mañana justo antes de que ocurriera todo esto... Ulfric, hay que hacer algo. - En ese momento recordó su posición de oficial y recobro su compostura frente al capitán - Puede retirarse, no olvide sus ordenes -

- No lo hare, tengo familia y amigos allí afuera. Oficial. Mi Jarl, lo mantendremos informado. –

El guardia hace el saludo de palacio y se retira por los corredores oscuros, afuera la tormenta arrecia y ordenes gritadas en la oscuridad atraviesan el aire. En algún rincón del barrio gris dos hombres escarban en la muerte buscando respuestas... la lluvia torrencial borra las huellas.
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Mensaje por J.P Miér Dic 05, 2012 4:59 pm

La tormenta amaina y su furia retrocede, por un instante el cielo parece dormir entre nubes grises y la pálida luz del sol elevándose en el horizonte... una calma absoluta, mineral y férrea reina en los cielos, donde viven los dioses. Pero abajo, más abajo en el reino de los hombres solo hay caos. Los oficiales levantan la voz, gritan, discuten ferozmente sabiendo que hay vidas en juego.

Se trazan planes dibujando sobre las mesas, se marcan rutas, se escogen armas, algunos dicen que deberían retirar las tropas, reemplazarlas por ardides, otros dicen que se necesita más hombres, o arqueros, o jinetes, o magos... El palacio de reyes se llena de voces estentóreas y aquí y allá corren sirvientes y soldados...

Amanece, y de repente las pesadas puertas se abren. Wuunfert, el mago de la corte y Forx Sadog, encargados de la investigación atraviesan la estancia. De repente, todo el mundo guarda silencio. En las manos de Wuunfert se encuentra un misterioso objeto envuelto en su capa.

- Cifra oficial, 7 heridos y 9 muertos - dijo con la mayor seriedad y claridad posible, para que todos los presentes captaran el significado de sus palabras - Heridos: Einar Trogador, 29 años, fractura de mandíbula. Olga Svenfarsson, 24 años, 2 costillas rotas. Liv Gunnarsson, 32 años, hemorragia. Igor Hankersaag, 28 años, hombro dislocado, fractura de clavícula. Berland Bryingrimsson, 35 años, fractura de tibia y peroné. Farengar "Mano Negra", 30 años, 4 costillas rotas, fractura de mandíbula. General Galmar "Puño de Piedra"....-hizo silencio un momento ante la mirada de Ulfric -...41 años, fractura de mandíbula, 6 costillas rotas, fractura de cúbito en ambos brazos, hombro dislocado, 2 dedos rotos, 2 costillas astilladas, corte severo en el lado izquierdo del torso, fisura severa en el pómulo derecho, pérdida total de uno de sus ojos, parálisis parcial, temporal del brazo izquierdo. 4 dientes rotos, fisura leve del omóplato derecho... estable, todos los heridos fueron atendidos y se encuentran estables en la enfermería, los las leves fueron enviados a sus hogares. -

Un pesado silencio desciende sobre el palacio, algunos oficiales acaban de enterarse de la gravedad del asunto, es un silencio pesado, atroz, un silencio de tumba... "solo son los heridos" piensa un joven oficial que acababa de regresar a Ventalia al oír las noticias. "Es imposible" piensa otro hombre que se preguntaba porque Galmar no estaba presente... una nube de dudas cubre a varios oficiales mientras replantean por completo sus planes. Solo Ulfric, solo el Jarl de Ventalia mantiene la calma...

- Continúen. Necesito saber las bajas - Le ordeno a sus oficiales - ...9 hombres... -

- Durante las últimas 4 horas no se han reportado más heridos, ni se han encontrado más muertos, todo ha estado relativamente tranquilo... lo que nos permitió tomar el tiempo de identificar a estos hombres.- suspiro lentamente, su trabajo nunca había sido menos placentero, tranquilamente aceptaban la muerte en una batalla por su causa, pero en ese momento, los hombres muertos en la oscuridad eran algo que dolía a los oficiales... - Los cuatro ya nombrados. Unferth de Paraje de Ivar, 35 años, vertebras del cuello separadas. Tolkir Evanstaar, 22 años, ruptura de tráquea. Sven Evansson, 43 años, Fractura de columna, cuello roto. Gunnar "ojo muerto" 30 años, asfixia provocada, estrangulado... -

Guardó un pesado silencio un largo instante, todo el salón le acompaño, entonces, Wuunfert decidió continuar.

- Felldir Haësmar, 18 años... 2 costillas rotas, pulmón perforado, fisura letal en la parte posterior del cráneo... -

- Es un niño... - interrumpió un oficial - apenas un niño -

- Hrondar Harondsson, 36 años, herida cortante en el pecho, de una espada. Sabemos que Haraldsson está armado... -

Una serie de murmullos y comentarios preocupados le interrumpieron, los oficiales se miraron entre sí reevaluando la situación. Ulfric Capa de Tormenta levanto su mano llamando al silencio...

- Continua, Wuunfert... -

- Jurgen Kjeldär, 27 años, 4 costillas hechas pedazos, pulmón desgarrado... una herida de hacha. Roggvar "Fuego Invernal" 31 años, cráneo partido en dos, golpe de hacha... Atravesado por una espada... Nos queda solo un hombre... mi señor, su asesinato más brutal hasta ahora. Nos costó todo nuestro esfuerzo identificarlo... –

- Prosigue... - Le ordenó Ulfric haciendo un gesto con su mano.

- Nos costó mucho trabajo identificarlo... Su cabeza... era solo una mancha en el suelo... no llevaba todo su uniforme, solo el torso, sin yelmo ni escudo, y solo una espada corta, por lo que concluimos que era uno de los hombres que estaban de permiso. Por las insignias en sus ropas descubrimos que era un capitán. Pedimos una lista de todos los hombres que tenían permisos este día, solo 5 capitanes estaban fuera de servicio – Guardo silencio unos segundos tragando saliva…- Capitán Ralof de Cause Boscoso… 34 años… - Ulfric lo escucho mientras sus manos subían a su cabeza, se frotó las sienes mientras sentía su sangre hervir y un extraño escalofrió recorriendo su espalda - amigo de varios de los presentes. Ni siquiera sabía lo que había sucedido en el palacio… Creemos que corrió atraído por los gritos a ayudar a sus compañeros, pero murió, sin saber lo que sucedía ni a quien se enfrentaba… Tal vez… si hubiese tenido su martillo… Encontramos su espada, y una antorcha junto al cuerpo, y marcas de lucha, sabemos que hirió a su agresor… pero lo asesinaron… con esto… -

En ese momento, Wuunfert desenvuelve su capa y un pesado trozo de piedra con manchas rojizas cae sobre la gran mesa haciendo un estruendo que se ramifica en ecos profundos en cada rincón del palacio… Un silencio atroz, más terrible que cualquier tormenta ahoga el salón.


-Una roca… - dijo Ulfric apretando los puños mientras sus dientes se clavaban unos con otros… - ¡UNA MALDITA ROCA! – grito poniéndose de pie

-¿Cómo pudo ser posible? – dijo algún oficial, entonces, Wuunfert interrumpió.

-Un trozo de un bloque de piedra de casi 6 kilos… la furia con la que se perpetro el hecho fue increíble… innecesaria… algo casi, sobrenatural… - En ese instante miro a Zuna, después miró a Ulfric a los ojos encontrándose con una mirada fundida, entre desesperación y rabia – Hay algo mas, mi Jarl. Interrogue a algunos de los hombres que lo trajeron a Ventalia… entonces, me entere de un suceso particular que se mantuvo, en secreto… Cuando lo encontraron estaba destruido… quemaduras en todo el cuerpo, heridas abiertas y semi infectadas, flagelaciones horribles y huesos rotos…estaba lisiado y apenas podía mantener la conciencia, alucinaba y estaba aplastado por la fiebre… entonces, al caer la noche desapareció entre alaridos y rugidos horribles… lo encontraron al amanecer, estaba cubierto de sangre, sentado en la nieve. Todas sus heridas habían sanado por completo, sin dejar marcas. Mi rey, corren rumores, los hombres están asustados, dicen que no es humano, han visto su fuerza y las historias sobre su pasado alimentan rumores de brujos y demonios, por si fuera poco desapareció sin dejar rastros, es como si le hubiesen salido alas y se fuera volando… dicen que es un demonio… ese es el fin de nuestro informe. -

El silencio regresa al palacio, durante varios, lentos minutos no se oye un murmullo, una voz, solo el silencio asfixiante… Por fin, tras casi 10 minutos Jarl Ulfric se levanta para dar nuevas órdenes. Se duplican los esfuerzos, se lanzan jinetes a las calles y se da a los soldados la orden de no luchar por si mismos, y se revoca la orden de arresto, se anulan todos los permisos y se prohíbe abrir cualquier comercio, toda Ventalia está sumida en un toque de queda, y cada hombre o animal disponible es arrojado a una misma tarea… encontrar a Ragnar Haraldsson…

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Mensaje por Elias Runblade Mar Feb 05, 2013 4:58 pm

Con furia golpeo la mesa con ambos puños cerrados, perdiendo la cordura por unos segundos.
La voz de una mujer rompió el silencio, intentando sonar firme y a la vez calmada- General Tulio, debe calmarse- dijo la Legada Rikke.
-¿Qué me calme? Ulfric Capa de Tormenta escapa a su ejecución cuando ya estaba atrapado... asesinan al emperador, la hermandad oscura continua en pie... las tropas de los renegados se extienden desde el este hacia el oeste- señalo en el mapa con el dedo indice- Y este incitador se nos escapa de las manos... ¿Cuánto hasta que los Thalmor empiecen a presionarnos otra vez? ¡¿Cuánto?!- bufo lleno de furia.
-¿Qué... deb...?- Rápidamente fue interrumpida.
-Hay que traer a lo mejor del imperio... ya no nos podemos andar con rodeos, o esta revuelta llegará demasiado lejos.
La legada se limito a asentir con la cabeza y hacer un saludo marcial.
-Encargate de que lo mejor que tengamos llegue... lo antes posible, enviaremos mientras tanto un destacamento de hombres a Markath... y aguardaremos...

Desde el sur, desde la provincia de Cydoriil, un ejercito cruza las montañas...
-Dicen que no puede ser herido en batalla... que las armas normales no le hacen daño- repitió casi de memoria y susurrandole a su compañero un joven soldado, mientras miraba de reojo a ese muchacho de cabellos dorados que montaba a caballo no muy alejado de el.
El hombre se limito a asentir, siguiéndole la mirada.
-Crixus... ¿Nunca han oido aclamar su nombre en mitad de una batalla?...- dijo el veterano guerrero haciendo una pausa- ¿No? ¿Entonces que diablos haceis aquí? Estáis verdes como dos mocos...
-¡He! ¡Si que hemos luchado! Pero...- volvió a bajar la voz- Nunca lo hemos visto a el...
-Pues yo si lo he visto... y pronto también lo verán ustedes...- volvió a hablar el veterano, esbozando una sonrisa.
-¿Entonces... es verdad que no pueden herirlo las armas normales...? ¿Será... un vampiro?...- Cierto temor se asomo por sus ojos.
-No digas tonterías, de así ser ¿Por qué llevaría armadura? Mocoso tonto... ese hombre, ese hombre lucha con la fuerza y la ferocidad de un león, verlo en el campo de batalla...-tomo aire- inspira, los hombres luchan a pesar de que todo parezca perdido...
-¿Cómo... cómo con los héroes de antaño?...- pregunto uno de los jóvenes.
-Como los héroes actuales...

Desde el este, los elfos del bosque cruzan agilmente y con rapidez los arboles, los bosmer... los mejores arqueros que Tamriel haya visto jamás, liderados por uno, uno que se dice, es capaz de clavar por las alas a una mosca con su flecha sin matarla... a más de 100 metros.

Desde el oeste, desde las lejanas tierras de Orsinium un poderoso clan de orcos se agita y grita cánticos de guerra, marchando con un imponente mastodonte al frente, mas grande y mas alto que cualquiera de los otros, lleva una maza de dos manos en la mano derecha como si de una simple arma se tratase, y un imponente escudo que cubre desde sus pantorrillas hasta su hombro... hacia la inminente batalla que acontecerá en las tierras nórdicas... y asi, de toda Tamriel los mejores hombres, los "Heroes" marchan dispuestos a enfrentar algo que ya no es una revuelta

Es una guerra
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Mensaje por J.P Mar Feb 05, 2013 7:08 pm

Sonidos… Sonidos y murmullos a su alrededor en un mundo ardiente. La luna roja brilla en el cielo y figuras de alas membranosas atraviesan como flechas su brillo enfermizo… Sonidos… Murmullos… Un lugar de canciones y sonidos, caminos indicados en lenguas perdidas. Todo arde, su mente, su cuerpo, su alma… estallan en llamaradas amarillas y figuras esqueléticas le arañan la piel labrándola con uñas de bronce.

Gritos, alaridos terribles inundaban la noche eterna. Extrañas criaturas se arrastraban a su alrededor y el mundo ardía con grandes llamaradas amarillas mientras el frio devoraba sus huesos. Todo ardía y estallaba y crepitaba como leña verde arrojada al fuego. Fantasmas cadavéricos que olían a sal, a yodo y a cenizas frías cruzaban danzando ante sus ojos y gritando en voces del pasado. Y el mundo se oscureció de repente, pero de la oscuridad salían voces y gemidos e imágenes conocidas emergían de las sombras. El nórdico abrió sus ojos para ver estas imágenes, un niño rubio y de ojos pardos preguntando por su madre… una tormenta de relámpagos rojos… horribles criaturas que extienden cientos de tentáculos desde las aguas y capullos de flores abriéndose en verano… el calor de una fragua y las luces del norte en los cielos… el llanto de un niño y el llanto de una mujer. El nórdico abrió los ojos enormemente al ver estas escenas… Un guerrero cubierto de cicatrices… un oso de madera tallado por un cuchillo de batalla… cuervos negros partiendo en dos el cielo gris… una pinta de cerveza y un elfo riendo… manos de mujer y un niño durmiendo. Abrió sus ojos tanto como pudo hasta que sus mejillas temblaran y vio a un niño conocido… un niño pálido y de ojos pardos y brillantes…

- Padre… ¿Dónde está mi madre? ¿Por qué no puedo verla?-
- Escucha hijo mío… tu madre ya no está más aquí… los dioses se la han llevado más allá del camino de los cisnes… -
- ¡No!... ¡No! –
- Cálmate yo… -
- ¡No! ¡Dame una espada! ¡Lo mataré! ¡No se llevaran a mi madre! ¡Dame una espada! –
- ¡Ragnar basta! –
- ¡Todos le tenéis miedo a los dioses! ¡Yo no les temo! ¡Que me devuelvan a mi madre o los matare a todos! ¡Dame una espada!... ¡Dame una espada! –

- ¡DAME UNA ESPADA! – Su grito fue un alarido desesperado y terrible que desgarró el aire y la oscuridad de la noche. Entonces abrió los ojos, se sentía débil, desecho y su corazón golpeaba como un escudo batido por una lanza…

Lentamente alzó su rostro, un temblor convulso lo hacía tiritar y entre las sombras un brillo demencial nació de sus ojos. Pronto su furia se apago, convirtiéndose tan solo en dudas, frente a él, un viejo dunmer sostenía a sus críos asustados, prácticamente colgados de sus piernas. El aire estaba viciado y las paredes tapizadas de manchas de humedad, de algún rincón alejado llegaba flotando el olor de un guiso a medio cocer y los débiles pasos de una rata se apresuraban entre corredores oscuros. Poco a poco sus sentidos regresaron, y fue embestido por una marejada de sensaciones, el olor cuerpos sin lavar, humedad, vinos baratos y comidas rancias, el sonido de las ratas y el gotear de agua cayendo sobre un suelo de piedra, el crepitar del fuego y su calor protector, y el dolor… ese dolor punzante y conocido de las heridas sanando, acompañado de sus sienes ardiendo como si un puño gigantesco se cerrara sobre su cabeza… En ese momento noto algo extraño, sus manos y pies estaban atados y lo habían sujetado a una cama, lanzo un gruñido intentando liberarse, entonces oyó la voz del elfo.

- No te preocupes nórdico, no soy tu enemigo, pero me vi obligado a inmovilizarte… aun dormido eres peligroso, ¿lo sabías? – hablaba lentamente, su voz aunque calma se notaba nerviosa, cuidaba excesivamente su cautela y sus gestos como temiendo provocar un ataque. – Mi nombre, es Faryl Atheron, y fui yo quien te saco de las calles, te oculte de las patrullas, curé tus heridas, y pase días luchando contra tu fiebre. Y estas en mi casa, y estos… son mis hijos Traya, y Amberon. Estas al cuidado Ambarys Rendar y la Cofradía Gris, debajo del Garito de la Esquina de Nueva Gnisis, en el Barrio Gris de Ventalia, es el día 23 de la estrella de la tarde del año 201 de la Cuarta edad… -

El nórdico se limito a observarlos, intentando descubrir sus intenciones, como una fiera enjaulada era incapaz de bajar la guardia, y su mirada furiosa, aunque estuviese atado incitaba a la cautela.

- Escucha… - dijo el Dunmer – Tenía que hacerlo, de lo contrario habrías saltado sobre nosotros ni bien despertaras, comprende, no soy tu enemigo, y tenía que proteger a mis hijos…-

Esto último pareció calmarlo, era algo que comprendía bien, de pronto dejo relajar sus músculos y cerró los ojos, respirando pesadamente, por fin se decidió a hablar.

- Puedes decirle a tus hijos que no hay ningún peligro, y desatarme, si no es una molestia… -

- Oh, sí, por supuesto – respondió notoriamente más relajado mientras se acercaba a soltar sus ligaduras – Traya, ve a traer la comida, debes tener hambre, nórdico, has dormido durante cinco días, tuve que hacerte tragar agua y medicamentos a la fuerza…-


- Mhm… ¿qué sucedió… después de que me encontraras…? – dijo mientras un agudo dolor invadía sus manos, lo habían atado muy firmemente y la sangre al hinchar otra vez por completo sus venas despertaba un dolor profundo – Aún todo me da vueltas… apenas puedo recordar, y he tenido sueños… -

- Lo sé – interrumpió el dunmer – has delirado casi desde que llegaste, el agua helada y el frio… sabes cómo funciona… parecían sueños horribles, a veces gritabas y apretabas los dientes o gruñías como una bestia y tu corazón parecía que iba a estallar. Aterrabas a mis niños Haraldsson – Sonrió por un instante, por increíble que fuera entendía a ese hombre casi bestia que yacía frente a él, a ambos los movía la misma razón, pero fue solo entre los sueños delirantes de su fiebre agónica que lo comprendió – Dijiste muchas cosas en tus sueños, casi diría que llegue a conocerte, se que eres padre, y que fue eso lo que te trajo hasta aquí… Lo comprendo, haría lo que fuera por mis dos hijos… Dime, Ragnar Haraldsson, ¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar por recuperar a tu hijo?-

- Haría… cualquier cosa que fuese necesaria… - respondió en un tono serio.

- Esperaba oír eso… lamento decirte, amigo, que los dioses parecen divertirse con tu sufrimiento, no creo que sonrían a tu causa… -

Un fuego se encendió otra vez en los ojos del nórdico, no intimidante, algo mayor se ocultaba a la luz de las llamas, algo solemne, único, como si un héroe del pasado despertara de un largo sueño. En ese instante se puso de pie y su sombra pareció crecer hasta cubrir toda la habitación, y su estatura multiplicarse hasta poder tocar las estrellas, algo imponente, terrible… el material del que nacen las leyendas. Un silencio de templo inundo la habitación, solo desgarrado por la respiración calma del guerrero meditando sus palabras…

- Me hablas de los dioses… Dunmer…Los dioses me abandonado hace mucho – dijo en un tono imponente, casi amenazante – mi vida ha estado plagada de peligros y puñales. Me han herido lanzas, dagas, espadas, flechas, hachas y mazas… He sido golpeado, atravesado, quemado y cortado… Me he muerto de hambre y de frio, me han torturado y abandonado… Y todo lo he resistido… he pasado por mil penurias, atravesando los más oscuros infiernos. Los dioses me han quitado todo lo que tenía, cada paso que di estuvo salpicado de dolor, caí en la espiral de la muerte que jamás se detiene, atrapado a la entrada del camino de los cisnes… Y aún así les he honrado y servido… jamás reproche nada, jamás me rendí ni llegue a lamentarme. Pero se ha acabado he perdido amigos, he perdido mi hogar, he perdido mi familia…el ultimo resabio de esperanza que podía quedar en una vida deshecha… Mi paz… ¡Pero aquí esta Ragnar Haraldsson “poderosos divinos”! y no importa lo que deba hacer, no importa el precio a pagar, ni la muerte ni el dolor… Como una tormenta atravesaré esta tierra, arrancare cada árbol y cada montaña hasta dar con mi hijo, y no habrá hombre, demonio o dios capaz de detenerme… y Ay de aquellos que se interpongan en mi camino, y Ay de ustedes, “oh dioses” si algo le ha sucedido… Ay de ustedes si habéis permitido que le hagan daño, porque entonces mi furia caerá sobre ustedes… Como un huracán de fuego arrasare sus palacios de piedra, con mis propias manos les arrancare los ojos y les abriré el vientre, y los arrojaré a un mar de su propia sangre… conocerán la ira del hombre mientras se retuercen de dolor, y yo reiré sobre sus cadáveres humeantes y orinaré sobre sus cuencas vacías… y entonces, los dioses conocerán el miedo… Ese es mi juramento… -


Última edición por J.P el Jue Mar 21, 2013 3:19 pm, editado 1 vez

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Mensaje por Elias Runblade Mar Feb 05, 2013 7:10 pm

Las semanas pasan, el destacamento del imperio se detiene únicamente para cambiar los caballos, y allí, luego de pasar las montañas, las heladas y preciosas tierras de Skyrim se dejan ver por primera vez para muchos, una brisa fría y congelada sopla sobre los rostros de los imperiales...

Viejo rol Skyrim parte I Snowmountain1

-Crixus...- Dijo el nombre de manera familiar, ese hombre de hombros anchos y figura corpulenta que parece aplastar al pobre caballo bajo su peso.
-Adrian...- respondió con voz gruesa, clavandole la mirada... esa mirada intensa y antinatural que desafía a todos los hombres, esa mirada llena de ego y narcisismo que parece rebalsar de sus ojos verdes.
-Entonces, decidiste venir...- le dedicó una sonrisa abierta, con la falta clara de algunos dientes, mas tirados por golpes que por las caries.
El muchacho de cabellos rubios se limito a asentirle con la cabeza.
-¿Has oido hablar de ellos no? Del gran Galmar puño de hierro... que dicen que puede aplastar el cráneo de un hombre con una sola mano...- sonrió abiertamente de nuevo- De Zuna Stormcloack... -hecho una carcajada- la mujer que no puede ser derrotada por ningún varón... ah... de ese traidor... el "Jarl" -lo resalto despectivamente- Ulfric... que asesino al unico Alto Rey de Skyrim con la voz...
Volvió a asentir le con una sonrisa, aún con esa mirada altiva y desafiante, sin darse cuenta, ya cruzaban el camino y eran recibidos en una avanzada por mas soldados imperiales y Thalmors...


Desmontaron, los hicieron alinearse mientras un noble mago de los altos elfos caminaba con las manos tras la espalda, cabeza alta en total signo de superioridad, mirando de reojo a aquellos "Humanos" esa raza joven y débil.

-El imperio se haya en un conflicto por esta revuelta... soldados, y será vuestro deber acabar con ella, el traidor se haya tras esas montañas, en esa lejana ciudad llamada Ventalia...- hizo una leve pausa, tragando saliva y girandose, volviendo a caminar por donde había venido- Este hombre... estos hombres, siguen a un falso Dios... a un mortal, como ustedes. Esa herejía no puede ser perdonada- levantó la mano y apretó el puño, mientras una mirada colérica le asomaba por el rostro.

Entre esos imperiales se asomaba un interminable silencio, una muestra total de disciplina, menos de uno que parecía estar intentando contener una risa.

Una mirada llena de furia cayó sobre el... devuelta a su vez con la misma intensidad, con mayor desafio, ese soldado alzó el mentón, total muestra de superioridad y falta de respeto frente al Thalmor.

El elfo frunció el ceño, lleno de rabia... repentinamente se contuvo, luego de finalizar sus palabras camino recto a grandes zancadas totalmente lleno de furia.

-¿¡Quién es ese insolente mocoso?!- señalo sin ningún asco a bastante lejanía, mientras las filas se desarmaban y los hombres se dirigían a descanzar.
-Om... el...-asintió el oficial del imperio- Crixus... es...-fue interrumpido-
-¡No me interesa quien sea, quiero que se tomen medidas contra los actos indisciplinados! ¿O acaso quiere un reporte sobre como el oficial Laxo es incapaz de manejar a sus hombres?... O acaso como los incita a revelarse contra el imperio mismo....
-¿Qué ray...? No... no- frunció el ceño y apreto los dientes, cerrando los puños-
-Entonces se hará algo con ese hombre... quiero que baje la maldita cabeza y pida disculpas por creerse superior a su superior... estoy siendo benevolente, oficial, podría pedir una ejecución en este mismo instante, pero nuevamente, os muestro la misericordia de los Thalmor
-Me... encargaré de que sea llamado...-Contestó no muy convencido

Algunas horas pasan, la noche cae, y un guardia irrumpe en los cuarteles donde los soldados terminan de cenar.

-Crixus...- dijo alzando la voz, varios hombres levantan la cabeza y lo miran de reojo, mientras el continua comiendo.
carraspeo y volvió a alzar más la voz- ¡Crixus!
-Te estan llamado...- Dijo Adrian pegando le levemente con el codo, el hombre no respondió, continuo comiendo.
-¡Crixus, te solicitan ya!- Grito el guardia
-... Iré cuando termine de comer.
-No ¡Ya!-insistió sacado de quizio.
-...- Se limito a seguir comiendo con total tranquilidad
El pobre hombre enviado para la dura misión se llevo una palma a la cara, mientras se recostó cansinamente con los brazos cruzados contra la pared, esperando...

-¿Ya termino...?
-Ahá...- contestó el muchacho imperial, sin mirarlo.
-Bien... sígame.

Salieron de los rudimentarios cuarteles, pasaron una puerta, el patio, y finalmente entraron a una torre, cuyo salón estaba adornado con finas alfombras y estandartes de colores negros y dorados...

El alto elfo del discurso se encontraba sentado en una silla, con los codos pegados al extravagante escritorio.
Tariel, archimago destinado a Skyrim poso sus ojos de rabia sobre ese soldado que lo continuaba desafiando.
-¿Algo que decir, soldado?
Crixus se limitó a mirar el salón que lo rodeaba
-¡Te estoy hablando... humano!
-¿Qué quieres?- le respondió desafiándolo otra vez
-¡Que te disculpes, en este mismo momento!- Dijo incorporándose y sosteniéndose al escritorio con las manos
El heroe imperial se limito a sonreir de medio lado y a darse media vuelta, dispuesto a salir por donde había entrado. Los soldados no movieron un solo músculo.
-¡¡Cómo te atreves!! ¡¡Insolente rata humana!! ¡¡Date la vuelta en este mismo instant...!! ¡¡¡¡DETENGANLO!!!!
Los guardias se miraron de reojo y bajaron las lanzas lentamente
-¡Te voy a destinar a la primera línea, voy a hacerte tu condenada vida un infierno!... Ah, pero eso ya lo voy a hacer de por si, si no te disculpas AHORA, voy a solicitar tu ejecución en este mismo instante.
-¿Primera línea?- dijo mientras se volteaba- A diferencia tuya, yo ya conozco la primera linea...
-¡¡Insolente, se hará saber a tus superiores que eres un adorador al falso Dios Talos, y veré como se te borra esa sonrisa del rostro!! ¡¡No eres un hombre para librar esta cruzada de los dioses!!
-Que bajen y luchen ellos entonces- le respondió con palabras egocentricas y una sonrisa altiva.
-¡¡¡HEREJÍA!!!- Grito Tariel- ¡¡Apresadle de inmediato!!
Algunos guardias bajaron las escaleras, mientras los soldados con lanzas las inclinaban con temor en los ojos hacia ese hombre invencible, "Aquel que no podía ser herido"
Inmediatamente, lleno de rabia desenvaino dejando escuchar el roce del metal con la empuñadura, mirando a todos los hombres a su alrededor.
-¡BASTA YA!- Irrumpio Laxo el oficial- ¡Crixus, ve a los cuarteles!- hizo una pausa agitado y se seco el sudor de la frente- ¡Bajad las malditas lanzas!
-¡¿Qué?! ¡Me encargaré de que todo el dominio del altmer se entere de esto, serás ejecutado contra el por herejía!
-Me...- hizo una pausa, asegurandose de que el hombre se retirara- Me encargaré de que sea castigado, lo juro.
-No quiero un castigo, quiero una ejecución.
-¡Por los ocho!... ¡¿Qué no entiende, archimago?! No puedo ejecutarlo, de... hacerlo...-dijo con serias dudas- nuestros hombres se revelarían inmediatamente... no podemos ganar esta guerra- fue interrumpido
-Revuelta
-Lo que sea... no podemos ganarla sin... heroes...
-Pfft... ¿Heroes oficial?- rio con un tono burlon- Un solo hombre no es el que gana una batalla
-¡Ragnar Haralddson es un solo hombre! ¡ULFRIC STORMCLOCK ES UN SOLO HOMBRE! ¡Y MIRE TODO LO QUE HAN HECHO!- alzo la voz, sacado de quizió- Pe... perdóneme Archimago... necesito dormir...



Crixus

Viejo rol Skyrim parte I Warriorslegendsoftroyre

Cuarta era, Año 191
"Misiva a la Legada Adonia"

Las revueltas en Hammerfell han cesado tal como predijo, se podía escuchar a distancia el grito de las tropas del imperio aclamando a un nombre que quizás le resulte familiar, "Crixus" Cuando el general Mahsun Ashraf Mahid calló por su espada en la que, probablemente fuera nuestra ultima batalla.
Este muchacho de poco mas de 20 años, mirada altiva, cabellos rubios y largos y físico esbelto me ha logrado sorprender mas de lo que creía.
No quiero precipitarme, pero quizás sea por este hombre que hemos vencido en esta "guerra", literalmente, parece haberla ganado de un giro de su espada... no era una exageración a pesar de su edad considerarlo el mejor guerrero del imperio, como lo plantee cuando fue enviado.
Los Altmer se encuentran mas que complacidos con esta victoria, y ya no nos creen necesarios, debido a que el duro golpe ha dejado rendidas a la mayoría de las tropas, por otro lado, parece que esta sorprendente participación no les agrado del todo...
Finalmente, podemos regresar a nuestros hogares.


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Mensaje por Zuna Stormcloak Jue Feb 14, 2013 10:08 am

Los truenos resonaban fuera del Palacio de los Reyes, Zuna estaba dentro, observando un mapa de Ventalia, aunque ella se lo conocía a la perfección quería ver donde podía estar Ragnar. No podía ser, era imposible, cuando estuvieron presos en Soledad ella no pensaba que iba a causar tanto daño en Ventalia, Ralof... En ese momento recordó cuando se conocieron, eran buenos amigos, como con Gunnar, pero, ¿con una piedra? ¿Ralof habia muerto por un golpe de una piedra? Él no merecía morir así. Aquel día en el que llegó el soldado al campo de batalla cuando los demás se habían preparado para la misión, aquel momento en el que Zuna lo salvó parando con su escudo una flecha de un soldado imperial, mas tarde él se lo agradeció, y ahora estaba muerto. Gunnar... Zuna lo conocía desde que era pequeña, luego desapareció durante un tiempo y volvió a Ventalia para ser Capa de la Tormenta, y el tambien había muerto. Y no solo ellos dos, si no tambien los demás soldados, y sobretodo Galmar... Galmar era un gran amigo, al menos el no había muerto, estaba herido. Ese día estaba siendo horrible para ella, no sabía como sentirse ni que hacer, era algo demasiado extraño. Algo la interrumpió sobre sus pensamientos, sintió que algo la tocaba el hombro, se giró y encontró una cara conocida.

- ¿Has averiguado algo sobre Ragnar? - dijo Ulfric, mantenía aún la calma.
- Nada, aún no sé donde puede estar, lo siento. No puedo concentrarme, demasiadas cosas hoy, quizás debería salir y tratar de encontrarlo. En el mapa aunque quiera no voy a ver nada... - contestó Zuna.
- Han muerto muchos... Espero que Galmar no se una a ellos. Ójala lo encontremos deprisa...
- En unas horas voy a salir a buscarle, no puedo quedarme aquí tras lo que ha pasado.
- Ve, pero con cuidado, no quiero que muera nadie mas. Averigua lo que puedas.
- Por supuesto, mi jarl. - Zuna se retiró del Palacio de los Reyes.

Las puertas se abrieron y salió una mujer del gran palacio. La noche se cernía sobre Ventalia, nieve acumulada en las esquinas, guardias buscando a Ragnar. Comienza la búsqueda para Zuna. Lo primero era registrar cada una de las casas en Ventalia. Comenzaría por la casa mas cercana al palacio, la casa del clan Mar Cruel.
Llamó a la puerta, Tosten Mar Cruel abrió la puerta, se sorprendió al ver a la oficial y dos soldados estaban en su puerta.
- ¿Tosten Mar Cruel? - preguntó Zuna.
- Ehh... Si... ¿Qué es lo que quieren? - contestó Tosten mientras miraba fuera de su casa.
- Tenemos que registrar su casa.
- ¿Para qué? Yo... No tengo nada ilegal... No he hecho nada...
- Cosas oficiales, no necesitas saber nada.
- De acuerdo, adelante... - Tosten sentía miedo, él no había hecho nada, pero si no dejaba pasar a los soldados creerían que había hecho algo malo.

La oficial entró seguida de sus soldados. Echó un vistazo rápido a la casa, la familia Mar Cruel estaba ahí, cenando, miraban a los soldados sorprendidos.

- Tu, comienza por el sótano, Jorel, registra aquella habitación, la de al lado y esta otra, yo buscaré por aquí y en esa habitación. - ordenó Zuna.
Jorel entró a la habitación que le habían ordenado. Una cama, dos armarios, una mesita de noche y otra mesa. Buscó debajo de la cama, había ropa y una espada, pero nada mas. Abrió los armarios, mas ropa, sobre las mesas una daga, papeles, pluma y tinta y una botella de vino. Ninguna pista de Ragnar.
Mientras tanto, Zolten en el sótano buscaba mas. Había barriles llenos de cosas, manzanas, coles, patatas y dos con vino. Paja acumulada en las esquinas y telas de araña en las paredes, parece que hacía mucho tiempo que no limpiaban el sótano. Dos arañas sobre un barril tejían otra tela mas cuando Zolten tiró el barril al suelo para ver su contenido. Zolten era un soldado mayor que Zuna pero menor que Galmar, ambicioso, creído, pero le daban miedo las arañas, lo que le había mandado la oficial no le gustaba demasiado, odiaba los sótanos, siempre estaban llenos de esos bichos, pero lo que peor llevaba era encontrarse con arañas gigantes. Las manzanas calleron en el suelo, no encontraba nada.
Zuna ya había mirado en la habitación y ahora iba al salon principal, donde estaba la familia Mar Cruel.
Abrió los armarios, solo ropa, otro armario mas, comida. Parecía que los Mar Cruel no tenían nada que ver, además que parecían buena gente. Mas de una vez, se los había encontrado en la calle, y no tenían pinta de esconder nada.
- ¿Por qué tienen que entrar a casa, padre? - se oyó la voz de un niño.
- Seguramente quieren registrar la casa para ver si tenemos algo en contra de los Capas de la Tormenta, hijo. - contestó Tosten Mar Cruel. Se dirigió a la mujer que estaba registrando su hogar. - Perdone, ¿qué estan buscando? Quizás pueda ayudar.
- No es necesario, parece que aquí no hay nada. - dijo la oficial.
- Mi señora, no encontramos nada, ni Jorel ni yo. - dijo Zolten mientras regresaba de la habitación acompañado de Jorel.
- Pues ya está, aquí no hay nada. - contestó Zuna. Dirigió su mirada a la familia Mar Cruel. - Gracias por todo, nos vamos.

Zuna salió de la casa seguida de los dos soldados. Ahora iban a la casa de el clan Escudo Quebrado.

- No creo que encontremos nada aquí, el clan Escudo Quebrado siempre ha sido muy leal a Ventalia, es poco probable que encontremos algo. - dijo Zuna. - De todas formas buscaremos.

Entraron a la casa, tambien esta familia estaba cenando.

- ¿Necesitan algo, mi señora?
- Registrar su casa. - contestó la oficial.
- De acuerdo, adelante, si necesitan algo llamadme.

Registraron la casa y no encontraron nada, como habían pensado.

- Muchas gracias. - dijo Zuna.
- Si necesitan algo avisenme.

Salieron de la casa.

- ¿A dónde vamos ahora, oficial? - preguntó Zolten.
- A descansar, mañana por la mañana continuaremos. Volved al palacio yo ahora iré.

Era ya muy tarde, no había gente en las calles, ni un ruido, solo silencio. Zuna recordaba cuando ella y su hermano paseaban por las calles cuando era pequeña, cuando jugaba con Gunnar... Volvió al palacio, un oficial y unos pocos soldados que protegían las puertas estaban despiertos.

- ¿Has encontrado algo? - preguntó el oficial.
- No, nada, hemos registrado la casa de Escudo Quebrado y Mar Cruel y no había nada. Mañana terminaremos por el lado oeste de la ciudad y comenzaremos a mirar por las casas de los elfos. - contestó Zuna. - Ahora voy a descansar.

A la mañana siguiente volvían los soldados a la calle para continuar registrando los hogares.
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Mensaje por J.P Lun Mar 18, 2013 5:02 pm

Abandonó Ventalia antes de que llegaran las primeras luces del día, en una noche helada y glacial. El aire estaba límpido y cristalino y pequeñas nubes de vapor salían de su boca. Sentía aquella sensación cruda del comienzo de una larga jornada... Casi dos semanas habían pasado entre las sombras de sótanos secretos, moviéndose en círculos en pequeñas y húmedas estancias acompañado de los ligeros y furtivos pasos de los elfos.

Era una maravilla, túneles ocultos a la vista de todos, calles subterráneas bajo el Barrio Gris, no podría imaginar cuan difícil habría sido construirlos sin llamar la atención, un trabajo lento y de años, y cuando más costaba mantenerlos ocultos... más de una vez había oído las pisadas de los guardias sobre su cabeza, más de una vez oyó muebles cayendo y puertas abiertas violentamente, y oyó las extorsiones y las amenazas y la desesperanza de los dunmer.

- Encuentra a mi hermano... - había dicho el elfo - Es nuestra esperanza... para mis hijos, encuentra mi hermano, es todo lo que deseamos. Ya no hay esperanza para los dunmer en Ventalia, no somos más que prisioneros, marginados... El Jarl no nos expulsará o atacara abiertamente, pero lentamente nos deja morir... solo hay miseria para nosotros, nórdico... dale esto - dijo entregándole un pequeño objeto envuelto en telas - y dile que el momento ha llegado... -


El nórdico viaja sobre el Río Blanco vestido como un soldado de los capas de tormenta, el yelmo reluciente en su cabeza, la cota de mallas, el escudo y la espada, y un hacha colgando de su cintura. Tras los muros Ventalia aún arde en la búsqueda, sus puertas continúan cerradas, y un elfo tiembla pensando cuanto pasará hasta que el brazo del Jarl lo alcance.

Un negro cuervo atraviesa el aire como una flecha recortada contra el cielo azul. Ragnar Haraldsson a dejado Ventalia llevando las esperanzas de muchos en sus manos. Y sin saberlo, lejos, muy lejos en el oeste su nombre resuena como un cuerno de batalla, una leyenda comienza a nacer...


Última edición por J.P el Miér Mar 20, 2013 3:59 pm, editado 1 vez

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Mensaje por Zuna Stormcloak Mar Mar 19, 2013 4:39 pm

Urduin

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La Torre Blanca y Dorada se alzaba en la Ciudad Imperial, parecía llegar hasta el cielo. Su corazón latía con fuerza, esa noche sería la última, no podía dejar escapar mas días. Debía encontrar todos los datos que dijeran algo sobre ellos, donde estarían, que harían y que edad tendrían ahora. Se escondió entre los edificios, procurando que los guardias no le viesen. Le vino la imagen a la mente... Su mujer sabía por que hacía eso, pero su hijo no lo entendía.
- ¿A dónde vas, papá? - pregunto mientras Urduin lo abrazaba. Su padre pensó por un instante, decirle la verdad... No, él lo sabría cuando fuese mayor.
- A buscar nuestra verdadera casa... - contestó Urduin.
Era verdad, volvería a casa, pero no se quedaría...
Entró al edificio, ahí esperaban las noticias escritas que nunca se vendieron para ser quemadas. Removio los papeles en busca de algo, algún escrito en el que encontrar sus nombres. Encontró unos cuantos:

"Guerra civil en Skyrim. La comarca de Riften se ha unido a la rebelión de los Capas de la Tormenta."

"Galmar Puño de Piedra mas fuerte que nunca. Recientemente el oficial Capa de la Tormenta, Galmar Puño de Piedra, junto con otra oficial y bastantes soldados avanzaron a tomar Carrera Blanca. El ejército del Jarl Balgruuf consiguió pararlos y hacer que se retirasen. Aún así, tomaron uno de los fuertes de Hibernalia."

"Zuna, una oficial Capa de la Tormenta, junto con sus soldados defienden el fuerte Sungard y consiguen derrotar a las tropas imperiales."

"Bedin, general imperial, derrota con su ejército a las tropas de Lenor, de los Capas de la Tormenta, en Skyrim."

"Incidente en Markath."

"Tiern, soldado imperial, muere al ser capturado por Thalmor."

"Prohibido el culto a Talos."

Guardó varios papeles y salió del edificio. Debía volver ya a casa, era tarde y tenía que descansar, al día siguiente iba a partir hacia Skyrim a combatir a los Capas de la Tormenta.
La puerta se abrió. Learna miró, era muy tarde, pero ella y Tonar se habían quedado despiertos para esperar a Urduin. La cena estaba en la mesa, se sentaron y comenzaron a comer.
- ¿Encontraste algo? - preguntó Learna. Urduin miró a su hijo.
- ¿Has acabado de cenar, Tonar?
- Si. - contestó el pequeño. Urduin miró a Learna.
- Ahora vengo. - levantó a su hijo de la silla y se lo llevó en brazos a su habitación. - Ahora a dormir.

Le cambió la ropa y le metió en la cama. Se sentó a su lado.
- No entiendo lo que está pasando, papá. - dijo tristemente Tonar.
- Lo entenderás a su debido tiempo... - contestó su padre.
- ¿Puedes contarme una historia? Sabes que las necesito para dormir bien. - una sonrisa se dibujo en la cara de Tonar.
- De acuerdo...
- ¡Si puede ser del Imperio y los elfos mejor!
- Vale. Veamos... Hace unos años los Thalmor avanzaron hacia nuestra ciudad y se colocaron en forma de rodearla. La octava legión luchó con valor en las retaguardias de la ciudad. Entonces, el emperador Tito II salió de la ciudad con su ejército hacia el norte. Allí se reuniría con refuerzos que llegarían de Skyrim. Entonces fue cuando la Ciudad Imperial fue saqueada. El palacio se quemó y muchos murieron... - mientras contaba la historia, Tonar se quedó dormido.

Urduin se levantó y volvió a sentarse con su mujer.
- ¿Por qué no le quieres contar nada? - pregunto Learna.
- No quiero que sepa nada hasta que sea mas mayor y haya menos peligro de que pueda decirlo sin querer a alguien. No quiero que me vean como nórdico de Skyrim que se une al ejército imperial. Volvamos al tema de antes. No he encontrado mucho, pero algo hay.

Hablaron de eso hasta muy tarde. Learna se fue a dormir, pero Urduin se quedó leyendo de nuevo las noticias que se había guardado. Sacó un mapa de Tamriel y comenzó a señalar lugares que decían aquellos papeles. Todo daba a que ellos estarían en Skyrim. Por suerte, a la mañana siguiente marcharía hacia la provincia con el ejercito Imperial en el que servía. Se terminó quedando dormido con las manos y la cabeza apoyadas en la mesa donde estaba el mapa y las noticias. A la mañana siguiente Learna le despertó, en una hora tenía que estar con sus compañeros preparándose para ir a Skyrim.
- ¿Te vas otra vez? - preguntó Toran. Urduin se acercó y lo abrazó.
- No me queda otra, hijo. Pero no te preocupes, volveré. - Toran asintió. Urduin se dirigió a Learna. Ella le abrazó con fuerza.
- Ten mucho cuidado... - le dijo Learna.
- Lo tendré. Les encontraré e intentare traerlos aquí.

Tras una triste despedida, Urduin marchó con sus compañeros.
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