Rol de Skyrim: Capitulo 2. Guardia del Alba

por: Elias Runblade... (Musica de Morrowind)

Noche aciaga se levanta sobre el día y cubre con su manto el firmamento, en esta noche no hay luna, no hay luz en el cielo. Figuras extrañas se conforman en la niebla, todo esta oscuro, todo esta en la penumbra. Pero un ligero destello puede verse a la lejanía.
Corre, corre con todo lo que da de sí, y llega a la nefasta y horrible escena, el cuerpo ante el ha sido atravesado por una estocada. Desenfunda la espada con velocidad y busca a su asesino, nadie esta en la sala, solo el cuerpo y el, atonito ve su hoja cubierta de la sangre del inocente, lo comprende y lo recuerda.
*Se despierta gimiendo* El sudor frió cae de todo su cuerpo, las ojeras reflejan no días, si no años sin dormir bien, el hombre demacrado se levanta de la cama lentamente. No es la primera vez que tiene estas pesadillas, no es la primera vez que se ve obligado a dormir a pesar de la gran necesidad.
Se viste con un ritmo apresurado, no sabe que es lo que espera ni lo que busca. Guarda su daga nuevamente entre sus ropas. Se pone las botas y sale del cuarto. La cantinera le hecha una furibunda mirada, mientras sale del establecimiento y camina con las manos entre sus ropas defendiéndose del frió, quiza el aire fresco le haga bien, quizá pueda encontrar redención en sus memorias... quizá...

Presentado...
Capitulo 2: Un nuevo comienzo

Ya era el dia de mi partida y yo estaba emocionado, me despedi de mis maestros y mis compañeros, aborde el primer carruaje a ventalia, 4 meses sin verla, ya no puedo esperar, le doy el oro al conductor y segundos despues tira de las riendas desatando la potencia de la bestia que lo impulsa, sera un largo viaje pero valdra la pena esperar...despues de alejarme bastante de soledad, cruzamos un bosque cubierto en el blanco de la nieve, resaltando tonos de verde vivo, en señal de que me estoy alejando de todo eso, ese confinamiento al que habia estado sometido, no habia sido libre jamas en mi vida, pero ahora por fin podia sentirlo, a medida el blanco hiba disminuyendo del panorama y ese verde aumentaba, sentia como un calor agradable invadia mi cuerpo y me hacia senti feliz, luego se veian formaciones rocosas colosales a la distancia, villas, aldeas y castillos, toda esa extension, toda esa libertad, era casi aplastante, pronto volvio la nieve comenzaba a cubrir el panorama de nuevo, eso me decia que el final de mi destino se acercaba, y despues de pasados un par de horas, llegue a ventalia, la ciudad era enorme, y estaba sobre una curiosa formacion rocosa, al cruzar por el porton principal me encontre frente a una taberna, ese aspecto rustico y agradable me traia recuerdos de antiguos cociertos, me decidi a entrar y tocar algo de musica para encontrarme con lisette sin mis bolsillos vacios, ingrese en el establecimiento, que era dirigido por una mujer cachetona y bien alimentada, mi capa estaba cubierta de nieve y por lo tanto bastante pesada, al quitarmela por unos meros segundos, dejo en descubierto el laud que cargaba en mi mochila, atrayendo la atencion de la dueña de la taberna, me siento en la baqueta frente a la barra y antes de que diga nada ella exclama:
-¿acaso eres musico?
sin siquiera pensarlo asenti, y ella me ofrecio tocar a la noche a cambio de alojamiento y una paga decente, negue el alojamiento a cambio de una mejor paga y ella acepto, luego pedi una botella de aguamiel y espere hasta la noche, las horas pasaron y ya era hora de mi presentacion, rapidamente afine mi instrumento y mis cuerdas vocales, la gente asomo la mirada hacia mi y en un par de segundos ya tenia su atencion, comenze a tocar una pieza clasica y despues de un par de canciones termine cerrando con "ragnar el rojo", a la gente parecia agradarle mi presentacion, al terminar tome mi paga y fui en busca de la casa de los parientes de mi amada, vagando entre callejones y pidiendo direcciones, me tope con un nordico bastante borracho, que estaba bastante agresivo, cuando pase frente a el, empezo a gritarme groserias inentendibles por el balbuceo tan intenso, no le di importancia y segui buscando, cuando doblo en un callejon sin salida, el mismo borracho toma el laud de mi espalda y me lo arrebata gritando:
-Eh dame eso estupido enano
al tener el instrumento entre manos trato de quitarselo, pero no me permite recuperarlo y reacciona violentamente empujandome repetidas veces soltando una carcajada y replicando ante mis intentos dice
-ahora esto es mio, asi que me lo quedo y voy a hacer lo que quiera con ello
luego se acerca a una pared del callejon y lo golpea contra la pared, y en un arranque de euforia le asesto un puñetazo, mientras estaba mareado, logro acercarme a el y recuperar mi laud, pero mi victoria no dura demasiado, segundos despues el recobra el equilibrio, escupe con algo de sangre y me mira directamente
-pagaras por esto maldito enano! chicos!, demosle una buena leccion a este breton por haberme hecho esto...

El mendigo camina sin rumbo alguno hacia quien sabe donde, cuando a la lejanía un relámpago se escucha y la fina nieve cae desde el cielo.
Un grito de furia lo hace despertar de su trance, sin pensarlo siquiera corre a la ayuda de quien lo necesite, se detiene en un callejón sin salida, 3 grandes hombres han acorralado a uno de menor tamaño. Sus brazos son una masa de musculo, mas la prominente barriga convierte en un hecho que son borrachos.
-Esa no parece una pelea justa- Grita el antiguo paladín desde la lejanía, la sombras cubren su figura y cuesta divisarlos, como niños que acaban de ser reprimidos, sucumben ante un antiguo instinto, 2 de ellos retroceden, el que aun sostiene al bretón de la camisa mira hacia la figura y grita
-No se quien eres, PERO ALÉJATE SI NO QUIERES QUE TE PARTAMOS LA CARA A TI TAMBIÉN-Su voz se muestra agresiva y dudosa.
El mendigo camina seguro unos pasos hacia la escena, las sombras dejan de cubrir su figura y la luna revela al posible adversario, no era mas alto que ellos, y con la pobre visibilidad no parece más que un anciano.
Las carcajadas salen al mismo tiempo, el que aún sostenía al bretón lo estampa contra la pared y lo suelta, se dirige hacia el buen samaritano con una sonrisa y se para frente a el casi chocando su cabeza.
-Repite lo que dijiste estúpido de M i erda- Su aliento revela que se ha pasado con el alcohol, quiza motivo de una vida de miserias o simplemente una adicción nacida sin motivo alguno.
El paladín lanza un puñetazo dirigido a su rostro que lo arranca del suelo con fuerza.
-No debí haberte golpeado, pero es mejor que te vayas... ahora.
-Hij...o de perra me las vas a pagar- dice mientras se pone de pie, sus amigos dudan un segundo pero no se apartan del bretón, el hombre a unos pasos de ellos está demasiado decidido.
Sus puños vuelan repartidos a diestra y siniestra, mas ninguno logra tocar a su adversario, este se aleja agilmente y contraataca con toda la fuerza que la inercia puede otorgarle con un golpe dirigido hacia su boca. Los dientes frontales salen disparados en todas direcciones y el hombre se desploma hacia atrás en un torpe intento por mantener el equilibrio.
-Esto no vale la pena, ¡Vamonos Sigfrid!- Ambos abandonan la escena escapando lo mas rápido que pueden, ese adversario no merecía la pena.
Las miradas se encuentran, el imperial y el bretón sonríen al mismo tiempo, pero la cara de felicidad del segundo se ve remplazada por un intento de grito, el ebrio a sus espaldas se ha levantado con su cara hinchada y cubierta de sangre, tiene una daga en su mano derecha. Ataca al que mas cerca encuentra, el joven adulto no logra reaccionar a tiempo, pero un cuerpo se interpone entre el filo y él. El mayor no ha dudado en usar su propia cuerpo como escudo. La daga se hunde en su abdomen junto a la mirada atónita del cobarde. Un cabezazo se dispara otra vez hacia su lastimada cara, se tambalea y esta a punto de caer, pero una mano toma su muñeca y la obliga a girar mas de lo que la articulación permite, el sonido del hueso fracturándose seguido del grito desesperado le recuerdan viejas memorias al cruzado.
-Asi jamás volverás a usarla para herir a otro.
El hombre se pone de pie lo mejor que puede y escapa lastimado tratando de apoyarse con la pared.
El frió manto blanco de nieve comienza a cubrirse de sangre, la herida es profunda y esta no deja de chorrear...

Ya llegaba a Ventalia, por fin, en casa de nuevo, no paraba de recordar a mi hermano y todo lo que habia hecho el por mi, cada vez que le recordaba tenia mas ganas de matar imperiales, por todo lo que hicieron, necesitaba venganza.
El camino hacia Ventalia iba a ser largo, desde el campamento cerca de Carrera Blanca. Pasabamos por la Destileria Amielada, alli paramos a tomar algo para continuar el largo camino. Lagos, bosques, praderas y por fin, la nieve, la fria nieve que hay antes de Ventalia, se veia en los caminos, cuando la vimos todos sonreimos, por fin estabamos en casa.
Entramos a la ciudad, llevabamos mucho tiempo sin andar por sus frias calles, sin ver los rostros familiares de los habitantes, pero reconociamos a cada uno: Silda, Calixto, Jora, Nils, y como olvidar a Viola Giordano, esa mujer se metia en todos los asuntos, siempre andaba cotilleando por todos lados.
Era tarde y el viaje habia sido largo, debia descansar. Fui caminando al Palacio de los Reyes. Notaba el cambio del aire, Ventalia siempre fue mi hogar, para mi, es distinto el aire de Ventalia que cualquier otro. Las calles no estaban demasiado llenas, los habitantes iban volviendo a sus casas despues de estar en la taberna o tomando el aire, algunos sin embargo no podian volver por que no tenian casa. Los guardias delante del Palacio de los Reyes parecian cumplir su mision. Estaba cansada y no di mas vueltas por el lugar, fui directamente al Palacio a descansar.
Entre y alli estaba Jorleif.
- Señora, me alegro de verla y de que haya llegado bien. ¿Su viaje ha sido fructuoso?
- Si, cansado, pero no hemos tenido problemas. - conteste.
- Vaya a descansar, el Jarl Ulfric desea hablar con usted mañana.

Continue mi camino hacia el piso superior. Pase por la habitacion donde planeabamos todos y cada uno de los movimientos del ejercito de los Capas de la Tormenta, alli estaba Galmar, pensando como tomar las otras comarcas.
- ¡Zuna! Por fin llegas, tenemos mas planes, pero no para ti, Ulfric quiere hablar contigo mañana.
- Lo se, ya me lo ha dicho Jorleif. - dije.
- Las ultimas noticias no son demasiado buenas, solo Ulfric, Jorleif y yo las sabemos, mañana tu tambien las sabras y el jarl te dara mas detalles. Tenemos una mision para ti. - dijo Galmar. - ahora descansa, el viaje ha sido largo.

Subi las escaleras, y abri la puerta de mi habitacion. Me sente en la cama y me puse a pensar. Esos imperiales mataron a la persona a la que mas apreciaba, mi hermano, debia a los Capas de la Tormenta la vida por sacarme de ahi a tiempo, tendria algun dia mi deseada venganza. Yo soy una nordica, pensaba igual que los demas Capas de la Tormenta, tenian razon, Skyrim debia ser liberada.
Me tumbe en la cama y cerre los ojos, finalmente me dormi.

el hombre que me habia auxiliado estaba herido de muerte, apenas podia moverse del shock, intente llevarlo con su brazo sobre mis hombros hasta la residencia de los parientes de lisette, yo no era ningun curandero y no sabia que hacer, quizas ellos podrian ayudarlo mejor que yo, al llegar golpee la puerta con furia y desesperacion, me recibio lisette, su sonrisa al verme se desdibujo en un instante al ver al hombre moribundo que cargaba sobre mi hombro, rapidamente lo lleve y lo tumbe sobre una de las camas de huespedes...

hshbhsghbhssbh AYUDA, ALGUIEN hsbhayudahbhasagluienahsha Aguanta, aguanta ¡Aguanta demonios! aghsbhantaagushgademonisodemonisodemoniosdemonios...
En la furia de la batalla el guerrero habia ya olvidado la casi total perdida de su poder, moriría. No había duda alguna, la herida era demasiado profunda y la perdida de sangre era casi total...
Morir defendiendo a un inocente, una muerte humilde, pero era para eso para lo que había vivido, para defender al pobre, no solo para luchar contra monstruos que viven en las pesadillas y en los cuentos.
Mientras todo se oscurece más y más, algo surca su mente, el recuerdo antiguo vuelve ante el. Nuevamente se encuentra en la casa, y el cuerpo que comienza a enfriarse esta ante el. Esta vez no desenfunda la espada, solo se limita a mirarlo afligido. El cuerpo se levanta y pone una mano sobre su hombro.
-Te perdono...
Los parpados se abren como un relampago y una luz mas intensa que el sol se desprende de sus ojos, la herida cierra y comienza a formar una cicatriz.
-Rapido, debemos llamar un medico, hay que parar el sangrado, no, no podemos dejar que el muera ¡Hay que hacer algo!- se escucha desde el pasillo, los bruscos y ruidosos pasos se detienen ante la puerta y la abren lentamente.

Él no aparecio ese dia, estaba preocupada, era pequeña y no sabia que hacer, sali de casa y corri hacia el bosque. Alli le tenian, escondida entre arbustos les observe, le estaban hiriendo, solo por pasar por zona imperial, le atraparon y le ataron las manos con cuerdas, la sangre le caia por los brazos, su cara estaba llena de rasguños y golpes, aun asi el se resistia, sabia que en algun momento esos soldados acabarian muertos, aunque el tambien acabara asi.
Finalmente un soldado agarra una espada, la sube por encima de su cabeza y la clava en su torso. No tenia mas remedio que huir, huir desesperadamente, mi hermano, muerto por culpa de los imperiales. Miraron hacia atras, me oyeron correr y me empezaron a perseguir. Mientras, oia una voz.
"Zuna, hermana, matalos a todos, no merecen estar en Skyrim, matales..."
Sabia que tenia que hacerlo pero en esos momentos era demasiado pequeña. Mire hacia atras y de frente un brazo me agarro fuertemente y tiro de mi, me encontraba sobre un caballo y un soldado Capa de la Tormenta me llevaba hacia algun lugar.

Abri los ojos, solo un sueño, lo mismo que le paso a mi hermano lo soñe esa noche.
- No quiero verlo mas, bastante que anda en mis recuerdos, como para verlo tambien cuando duermo... - dije cuando me desperte. Agarre fuertemente un collar que habia estado en mi cuello incluso cuando mi hermano vivia, el mismo me lo regalo. - Hermano... Te vengare, vengare tu muerte, matare a todos los imperiales que haga falta...
Volvi a tumbarme y cerre los ojos otra vez.

mientras ambos en panico mirando al hombre recostado y la cama manchada de sangre, Morgoth recobra la compostura por un segundo y ordena a su compañera que fuera a buscar algo de agua, el logro voltear a el mendigo para poder ver que tanto daño que habia sufrido, para sorpresa de el no habia herida, es como si hubiera desaparecido de la nada, al percatarse de que ya no parecia haber peligro, quitaron la ropa de cama empapada en sangre y lo dejaron descansar

-Aghh... donde... ¿Donde estoy?- Susurra para si el hombre tendido sobre la cama, en un instante recuerda lo ocurrido hace unas horas, pone la mano sobre su herida y, atónito, descubre que esta ha desaparecido casi sin dejar cicatriz. Increíblemente ha logrado dormir por el suficiente tiempo, las ojeras han desaparecido y su cara recobra algo de brillo, eso solo significa una cosa, ha sido perdonado.
De un salto se levanta de la cama sintiéndose con la fuerza y velocidad de su juventud, no lleva sus ropas y desconoce donde están estas. Camina con lentitud hacia la ventana y habré ambas cortinas de par en par, la luz acaricia su rostro, es de día.
La escena se ve interrumpida cuando escucha pasos ligeros tras de sí, la puerta se abre lentamente.
El muchacho delgado lo observa mirándole a los ojos con cierta señal de confianza.
-A...-Titubea un segundo y se aclara la garganta
-Tus ropas estaban desgastadas y llenas de sangre, puedes usar estas-las deja sobre una silla cercana y antes de cerrar la puerta tras de si habla de espaldas.
-El desayuno te espera debajo.

La luz resplandecia en mi habitacion, despues de aquel sueño dormi perfectamente hasta que se hizo de dia. Me levante de la cama y me vesti con mi uniforme de Capa de la Tormenta, puse mi espada en mi cinturon y abri la puerta. Comenze a andar para llegar al piso de abajo, el Palacio de los Reyes es precioso, su madera y su piedra parece que jamas se romperian, los largos pasillos con habitaciones a los lados y al final la de el Jarl Ulfric, al otro lado las escaleras para bajar al piso inferior. Baje las escaleras y me sente a la mesa a desayunar algo, ahi estaba Jorleif, tambien desayunando.

- Buenos dias señora, ¿ha dormido bien? Seguro que mejor que hace unos dias. - me pregunto Jorleif.
- Si, ¿donde esta el jarl? ¿no queria hablar conmigo? - conteste.
- Asi es, esta hablando con un soldado que ha venido a informar, en un rato vendra para hablar contigo.

Algo me decia que lo que Ulfric tenia que contarme iba a ser malo, no sabia por que, pero era malo.
Por fin Ulfric aparecio por la puerta, me levante y me acerque a el.

- Mi jarl. - dije
- Zuna, tenia que hablar contigo. Ha sucedido algo muy extraño. ¿Recuerdas el campamento que montamos cerca de la Cueva de Cronvangr?
- Si.
- Tenian que informarnos de si habia o no algun campamento imperial cerca hace ya dos semanas, y no ha llegado nada, enviamos a un mensajero con dos soldados para saber que pasaba, pero tampoco queda rastro del mensajero y los soldados. Han podido ser los imperiales, pueden haber llegado y haberlos capturado. Zuna, necesito que vayas con dos soldados a ver que ha podido pasar, ya he hablado con esos soldados y te seguiran a donde vayas. - explico Ulfric.
- Lo hare.
- Zuna, eres una de los mejores Capas de la Tormenta, se que podras encontrar alguna pista de donde estan esos soldados. Y otra cosa mas, esto solo lo sabemos tu, Galmar, Jorleif, los dos soldados y yo, no quiero que nadie mas se entere.
- No se preocupe por eso mi jarl, nadie lo sabra, iremos, descubriremos lo que ha ocurrido y volveremos.
- De acuerdo, no sabemos lo que puede haber alli.
- Partire de inmediato, adios mi jarl. - dije despidiendome.
- Adios Zuna, tened cuidado.

Sali del Palacio de los Reyes, y me comenze a dirigir a la salida de Ventalia.

Se viste con cierta rapidez inconsciente y baja las escaleras. El olor al guiso recién hecho le recuerda que no ha comido bien en días, y su estomago ruge con muchísima fuerza.
Se restriega la cara con un antebrazo sucio y se sienta en la mesa, una bretona llena un plato de guiso con un cucharon y se lo entrega.
La mesa, adornada con un mantel y los utensilios de cocina delatan que la familia se mantiene decentemente, pero pierde todo detalle mientras se le hace agua a la boca, mas no comienza a comer hasta que el resto lo hace. A los pocos segundos una voz interrumpe el silencio sepulcral.
-Gracias- Dice seriamente el magullado joven, apretando la barbilla contra el pecho.
-no... no es nada- Susurra el paladín con la voz mas áspera que puede salir de si, mientras recoge una gran cantidad de sopa y la sorbe con desesperación.
-¿Cual es tu nombre, que trae a un imperial a ventalia?- dice la gruesa voz del bretón carente de cabello sentado al otro extremo de la mesa.
-E...Elias...
-Pues, deberías saber Elias, tu hazaña ha sido la de un autentico héroe, es increíble que aún te tengas en pie luego de haber perdido tanta sangre, come, come tranquilo.
El joven adulto baja la mirada nuevamente meditando, esa herida era mortal. Solo un mago realmente poderoso podría haberla cerrado... y el hombre estaba inconsciente. No tenia sentido.
La cena continua en silencio, y a los pocos minutos termina, las mujeres se dirigen a lavar los sucios trastos, mientras el imperial se levanta agradeciendo la hospitalidad y se decide a marcharse.
El bretón aun le observaba con extrañas miradas de reojo, la incertidumbre crecía en el.
El cruzado se encontraba saludando hacia atras sin mirar por el camino, cuando tropezó accidentalmente con una bella mujer de cabellos rubios, vestida con el uniforme de capas de tormenta de alto rango.

Mientras caminaba hacia la salida iba observando Ventalia, cada uno hacia a lo que siempre se dedicaban: vender, hablar, descansar... Ventalia es mi ciudad favorita de Skyrim, no solo por que naci alli, si no por su ambiente, la nieve, las casas, el aire... De pronto me cruze con un hombre que accidentalmente me golpeo y continuo su camino.
- ¡Mira por donde vas! - grite al hombre.
Entonces, aquel hombre giro la cabeza y la larga melena se le quito de la cara. "Un extranjero que habra venido a pedir algo" pense.
Continue andando, pocos pasos mas me pare. "Esa cicatriz..." pense, me vinieron a la cabeza montones de imagenes de hace años, cuando mi hermano murio, esa cicatriz me resultaba muy familiar.
- Es el. - dije sorprendida. Me dirigi a los guardias. - ¡¡Guardias, atrapad a ese hombre!! - ordene señalando al hombre que anteriormente me habia golpeado.
Los guardias corrieron hacia el, la gente que estaba alrededor nuestro miro asustada, el hombre se sobresalto cuando le agarraron de las manos y las ataron con una cuerda. Me acerque al hombre y a los tres guardias que le habian arrestado.
- Llevadle a la mazmorra del Palacio de los Reyes, ahora ire hacia alli, si el jarl pregunta, dile que yo lo he ordenado. - dije a los guardias.
- Si señora. - contesto uno de ellos. Se dirigio al hombre. - Andando.

Antes de dirigirme hacia alli me puse a pensar, sabia que le habia visto antes, esa cicatriz no se olvida, ninguna cicatriz se olvida, todas diferentes. Debia interrogarle, saber si era imperial, podia ser un espia, tenia que saber si trabajaba para el imperio y si asi era, saber sus misiones de hace unos cuantos años.

Lo escoltan a rastras hacia el palacio de los reyes, cruzan la primera puerta a la derecha y bajan las escaleras, el sonido del dolor y el hedor a sangre aumentan con cada escalon que bajan. Finalmente, atan las cuerdas de sus manos a un gancho y lo dejan colgado.
Pasan unos minutos hasta que el oscuro recinto se ve iluminado cuando una puerta se abre. Y la mujer de bello, aunque marcado rostro entrá con paso firme y mirada penetrante, uno de los hombres a la derecha del prisionero parece sonreir, mientras otro enciende una antorcha.
Finalmente la escena desesperante se rompe y da paso a la voz de la mujer.
¿Trabajas para el Imperio?
-No...- dice bajando la cabeza y apoyando esta contra el menton.
- Dime la verdad... - dice Zuna con mirada inquisitiva
-No, no trabajo para el imperio.
- No te creo. Dimelo, o tenemos... formas de saber quien eres y para quien trabajas- ahora el hombre a mi derecha sonrie y mira a unas viejas herramientas desgastadas y ensangrentadas.
-...-no responde, simplemente se limita a tener la cabeza gacha.
La mujer se queda observando el collar que cuelga en su cuello, es el simbolo de stendarr
- Stendarr ¿eh? Dime que trabajas para el imperio o haremos daño a ciertas personas de la Orden de Stendarr.
El maduro hombre parece sonreir sarcasticamente y suspira, mas no responde.
-...
- Me estoy cansando, contesta a mi pregunta, ¿trabajas para el imperio?
-Me he artado, ¡Azotadle!
El hombre a su costado le descubre la camisa y saca uno de los latigos, empieza a azotar su piel, con cada golpe el dolor aumenta.
¡Siete!
¡Ocho!
¡Nueve!
¡Diez!...
-¡Basta!-grita la oficial haciendo una seña con la mano.
-Ahora dime, ¿Trabajaste alguna vez para el imperio?
-Trabajé-susurra con voz ronca mientras sube la mirada y se encuentra con los ojos de su castigadora.
- Por fin lo aceptas... Ahora dime, ¿cuales fueron tus misiones hace unos... 15 a 20 años?
El hombre medita unos instantes bajando la mirada, y susurra
-No lo recuerdo...
- Pues mas te vale recordarlo por que yo si que lo recuerdo. - dice la oficial enfadada.
-Imposible, eras demasiado joven para estar en el campo de batalla...
- Posiblemente, pero ahora dime, ¿que misiones hiciste entre esos años?
-Participar en las primeras batallas que se libraron.
- ¿Cuantos inocentes matasteis? ¿Aventureros que pasaron por vuestro campamento, habitantes de ciudades en control de los Capas de la Tormenta, ¡¿cuantos?! Y me refiero a tí y tus amigos imperiales...
-...Mucha gente que no debía ha muerto bajo mi hoja, pero solo hay uno del cual me lamento.
- ¡Mentiroso, vi como tus compañeros mataban a mi hermano! ¡Matasteis a mi hermano!
El paladín desvia la mirada hacia un costado y cierra los ojos, reprimiendo sentimientos de verguenza y furia
- Recuerdo tu cicatriz, es de lo que mas recuerdo de aquel dia, te vi a ti, con tus amigos imperiales mientras ellos sostenian a mi hermano. Cuando le mataron yo corri y hui del lugar. Aparecieron soldados Capas de la Tormenta que me salvaron y lucharon contra vosotros. Extraño que no recuerdes ese dia, aunque claro, hay que tener en cuenta que para vosotros eso debio ser como todos los dias, atrapar a cualquiera que pase por error por vuestros campamentos y matarle...
- no... son mis amigos...- susurra Elias reprimiendo una gran cantidad de ira
- Amigos, compañeros, enemigos, me da lo mismo que sean para ti, lo que me importa es que estuvistes con ellos cuando mataron a mi hermano.
-Tu hermano se estaba enfriando cuando se me permitió hacer algo...- dice mirandola a los ojos con enojo
- ¿Y que hiciste? ¿Reirte por que hubieran matado a otro inocente? - dijo Zuna. - Que sep...
La mujer es interrumpida
-Deserté...
-¿Por que crees que me uni a los Capas de la Tormenta? No solo por que compartiaera las mismas opiniones que Ulfric si no por que tambien queria vengarme y matar a los tuyos. Ahora dime, has dicho que ya no eres imperial, ¿que haces ahora, vas matando mas inocentes?
El cruzado muestra los dientes y su ceño se frunce tratano de contener la ira, sus musculos se tensan. Pero en un acto de paciencia vuelve a bajar la mirada y limitarce a responder con tranquilidad.
-Stendarr se apiadó de los pecados que ya cometí, espero que también se apiade de los tuyos...
- Entonces dime, ¿te arrepeintes de lo que hiciste con todos esos inocentes, sobretodo con mi hermano?
Suspira y la mira a los ojos
-No ha pasado un dia de mi vida, en el que deseara jamás haber aceptado unirme al imperio.
- Te debieron jugar una mala pasada... Como a casi todos nosotros. Es extraño, jamas he oido a un ex-soldado imperial decir esas palabras...
-Unirse a ellos, no fue mi decisión
- ¿Y de quien fue? ¿No seria la misma persona que ordeno matar a todos los inocentes que pasaran por vuestros campamentos?
-Fue decisión de la custodia de los vigilantes... era un vigilante de Stendarr...
- ¿Sabes? Desde que recorde quien fuiste alli en la calle, pense en matarte despues de haberte interrogado, pero tras lo que has dicho, nose muy bien que hacer...
-Haz lo que creas justo, capa de tormenta.
- Se que mi hermano no lo haria... Siempre fue un buen hombre... No, no lo haré...-su vista se enrojece y se apoya en la pared.
-¡Pero, oficial, no podemos dejarlo ir!
-Se hará lo que yo diga-grita la mujer al soldado, mientras el hombre comienza a desatarlo, nuevamente lo toman de los hombros y comienzan a subir las escaleras, no notan que de la espalda no sale mas sangre.
-¡Ese hombre era un heroe! ¿quien diablos os creeis que sois para hacer eso?
-¡Me salvo la vida anoche, que sacrfica la propia para eso!
-Al final mendigos muertos de hambre tienen que saltar a defendernos en las calles en lugar de soldados...
La escena ante el trono de Ulfric se interrumpe cuando el mendigo sale nuevamente siendo arrastrado por la puerta derecha.
-¡Elias, que te han hecho!
-No te incumbe, bretón, solo unos azot...- dice mientras mira la espalda del hombre, ya no hay marcas de latigos a pesar de que le habian atravezado la piel con ellos, en un atisbo de miedo lo sueltan dejandolo caer y gritan.
-¡Brujo! Se, se le ha curado la espalda! Que ¡Que diablos es esto!
-No hay que dejarlo ir- grita un segundo-¡Es imperial y para colmo brujo!
La espada de varios se desenfunda, los 3 bretones observan con miedo, sabiendo que quiza sean acusados ahora de algo relacionado.
El imperial logra levantarce, esquivar la espada de un hombre y hechar a correr, tras de el corren varios guardias, y el mas joven de los bretones, Morgoth, que tambien es perseguido.
Las calles de ventalia son muchas y estrechas. Es facil perderce entre ellas, pero mas facil es acabar en un callejon, y con las manos atadas se vuelve aún mas dificil.
Corren por las calles y finalmente el breton y el imperial se encuentra, escondiendosetras una gran pila de nieve.
-Dejame tratar de desatar eso, rapido.
-¿Por qué corriste?
-Te estoy devolviendo el favor, ¡Vamos!- dice una vez terminando de desatar las ataduras.
Continuan corriendo con todo lo que dan de sí, pero torpemente acaban rodeados a las puertas de ventalia, con hombres ansiosos con sus arcos cargados.
-Dejadles ir...- dice la oficial que antes lo habia interrogado.
-¿HE? ¡Son fujitivos!
-Dejadles ir he dicho...
-Menuda mier...
las puertas se abren el imperial sale por ellas, rodeado de miradas de odio y furia, sera mejor que jamás regrese a Ventalia.
Tras de si empujan al bretón a las afueras...